Japón anunció en mayo de 2025 que duplicará el número de refugios antibombas subterráneos para proteger a su población, en respuesta al aumento de tensiones militares en Asia, incluyendo lanzamientos de misiles por parte de Corea del Norte y maniobras navales de China en el mar que rodea a Taiwán. Esta medida forma parte de una transformación profunda de la estrategia de defensa nacional.
Japón refuerza sus búnkeres subterráneos
En un país históricamente comprometido con una Constitución pacifista, el anuncio marca un cambio significativo. Aunque Japón cuenta con cerca de 100.000 centros de evacuación, la mayoría son espacios abiertos como parques, incapaces de resistir ataques con misiles. Actualmente existen 3.336 búnkeres subterráneos, en su mayoría privados y alejados de zonas urbanas, que solo podrían albergar al 0,02% de la población.
El nuevo plan, impulsado por el gobierno metropolitano de Tokio, prevé convertir estructuras como los almacenes subterráneos del metro en refugios aptos para resistir explosiones. Cada nuevo búnker contará con muros de hormigón reforzado con acero de 30 cm, espacio de dos metros cuadrados por persona, y suministros para sobrevivir hasta dos semanas.
Construcción estratégica y resistencia sísmica
La iniciativa también considera los riesgos sísmicos del país, ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico. Por ello, los refugios se están diseñando no solo para resistir explosiones, sino también terremotos de gran magnitud, hasta grado 7 en la escala japonesa (equivalente a 9 en la de Richter).
Las estructuras integran tecnologías como amortiguadores sísmicos y juntas de dilatación, lo que eleva notablemente los costos. Cada unidad se construirá a gran profundidad para reducir riesgos de licuefacción del suelo y deslizamientos de tierra, especialmente en zonas rurales donde el terreno es menos estable.
Presupuesto, desafíos de Japón
Los costos de construcción y mantenimiento podrían alcanzar cientos de millones de yenes por unidad, lo que equivale a varios millones de dólares estadounidenses. Esta realidad ha llevado a las autoridades de Tokio a buscar alianzas público-privadas para financiar parte del proyecto, especialmente en regiones donde no hay infraestructura subterránea disponible.
Uno de los principales desafíos fuera de las ciudades es la falta de edificios con sótanos adecuados. En estas áreas, el gobierno está realizando estudios geológicos antes de decidir las ubicaciones, priorizando la seguridad del terreno y la accesibilidad.
El objetivo a largo plazo, según fuentes oficiales, es emular modelos como el de Suiza, donde hay refugios suficientes para toda la población.
Un cambio estratégico en Asia
La iniciativa se produce en un momento de creciente incertidumbre regional. Corea del Norte ha intensificado sus pruebas balísticas, con varios misiles lanzados recientemente hacia el Mar de Japón, también conocido como Mar del Este. China, por su parte, ha desplegado buques de guerra cerca de Taiwán, aumentando la tensión en el estrecho.
Pese a la retórica mediática sobre una posible Tercera Guerra Mundial, los expertos insisten en que si bien los riesgos han aumentado, la probabilidad de un conflicto global sigue siendo baja. No obstante, el gobierno japonés prefiere prepararse ante cualquier escenario.
El trauma de Hiroshima y Nagasaki aún pesa sobre la conciencia colectiva japonesa. Esta memoria histórica, unida a las amenazas nucleares contemporáneas, impulsa una política de prevención que combina tecnología, experiencia sísmica y preparación civil.