Guillermo Silva, más conocido como “Centavito”, vende caramelos en los buses de Santo Domingo de los Tsáchilas. Un día, tras ser humillado por una pasajera que lo acusóde gastar en vicios, grabó un video mostrando su realidad: el esfuerzo honesto por mantener a su familia. El contenido se volvió viral.
A sus 39 años, vive con su esposa Ana Mercedes y sus seis hijos en la cooperativa Che Guevara. Desde entonces, TikTok se ha convertido en su ventana al mundo y, más importante aún, en un puente hacia la solidaridad.
El poder de las redes sociales evidenciado en Centavito
Con cada publicación, Centavito mostró que detrás de cada venta hay una historia de lucha. En sus clips se observa cómo transforma cada moneda en alimento, educación y, ahora, en una casa en construcción. Pasó de grabar solo a incluir a su familia: su esposa cocina, los hijos juegan y el público responde con cariño.
Miles de usuarios comenzaron a enviarle aportes voluntarios —o “bendiciones”— que llegaron desde varias provincias ecuatorianas e incluso desde el exterior. Gracias a eso, la familia comenzó a levantar su vivienda con materiales firmes.
Un hogar que se levanta con apoyo
Antes, su casa era de madera, con filtraciones y piso de tierra. Hoy, gracias a la comunidad digital, ya cuenta con paredes de cemento. Aunque todavía queda trabajo por hacer, la familia sueña con terminarla por completo.
“Todo esto es por los caramelos y por la gente buena”, dice Guillermo. Dos de sus hijos ya son bachilleres. Él afirma con orgullo que su única meta es darles educación y estabilidad.
Un pasado que no lo define
En su juventud, Centavito tuvo problemas con la ley. No lo oculta. Reconoce que cometió errores, pero su pareja y sus hijos lo impulsaron a cambiar. Comenzó vendiendo tres fundas de caramelos al día. Hoy, en un buen día, vende hasta veinte.
Su testimonio recuerda que muchas personas viven marcadas por prejuicios. Pero también que es posible redimirse cuando se trabaja con honestidad.
Centavito: Una historia que inspira
El caso de Centavito ha puesto en evidencia el impacto positivo de las redes sociales cuando se utilizan con propósito. También refleja las brechas de acceso laboral, la marginalidad y el desempleo que muchos enfrentan en Ecuador.
Según cifras del INEC, más del 31 % de la población ecuatoriana económicamente activa trabaja en la informalidad. Historias como la de Guillermo dan rostro a esas estadísticas (31).