Orígenes y renuncia
San Alejo nació en el siglo IV en Roma, era hijo único de Eufemiano, un senador romano, y Aglaé, una noble cristiana. Según la Vita de San Alejo, que se compiló en el siglo X, fue prometido en matrimonio, pero la noche de su boda, con el consentimiento de su esposa, renunció a su riqueza para seguir a Dios.
Se embarcó hacia Edesa, Mesopotamia (actual Urfa, Turquía), donde vivió 17 años como mendigo y pidió limosna frente a una iglesia dedicada a la Virgen María. En Edesa, compartió lo que recibió con otros pobres y así vivió en austeridad. Una visión de la Virgen María lo señaló como “Hombre de Dios”, según Catholic Encyclopedia, lo que atrajo la atención que lo llevó a regresar a Roma.
Vida oculta de San Alejo
En Roma, Alejo vivió 17 años bajo la escalera de la casa de sus padres, sin revelar su identidad. Sobrevivió con sobras y enseñó catecismo a niños, según Santi e Beati. Antes de morir, escribió una carta explicando su origen y decisiones. Su familia descubrió su identidad tras su muerte en 417, cuando su padre leyó la carta.
Sus restos fueron depositados en la Basílica de San Bonifacio y San Alejo en el Aventino, Roma. Una reliquia de su cabeza se conserva en el monasterio de Santa Laura en el Peloponeso, Grecia, según Santi e Beati.
Filosofía y espiritualidad de San Alejo
La espiritualidad de Alejo se centró en la humildad, la pobreza voluntaria y el desapego material. Abandonó su riqueza para imitar a Cristo. Su vida de penitencia y servicio anónimo refleja los valores cristianos de sacrificio y caridad. Se lo conoce como protector contra influencias negativas, según la devoción popular.
Canonización y reconocimiento
San Alejo fue canonizado por aclamación popular, práctica común en la Iglesia primitiva. Es patrono de los mendigos, los enfermos y de localidades como Boconó, Venezuela, donde la iglesia dedicada a él es santuario desde 2014.
Legado en la Iglesia de San Alejo
El legado de Alejo radica en su ejemplo de humildad extrema. La Basílica de San Bonifacio y San Alejo, construida en el siglo V, es un centro de devoción. Su historia inspiró a los fieles a valorar la pobreza espiritual. Es invocado para protección contra males y en novenas, según Catholic.net.
Contexto histórico
En el siglo IV, el cristianismo se consolidó tras el Edicto de Milán (313), pero los cristianos aún enfrentaron tensiones sociales. La vida de Alejo refleja la transición hacia una fe que valoró el ascetismo y la renuncia al mundo, influida por figuras como San Antonio Abad. Su historia, que trasladaron de Oriente a Roma, fortaleció el culto a los santos en Occidente.