Un estudio publicado el 15 de julio de 2025 en Science Advances, liderado por Melanie Beasley y John Speth, descubrió que los neandertales consumían carne fermentada y larvas para sobrevivir en Europa y Asia prehistóricas. Esto explica los elevados niveles de nitrógeno-15 en sus fósiles, una adaptación a condiciones extremas.
Durante décadas, los elevados niveles de nitrógeno-15 en huesos neandertales desconcertaron a los científicos. Este isótopo, asociado al consumo de carne, superaba incluso los valores de carnívoros como lobos o leones, según National Geographic. La hipótesis tradicional describía a los neandertales como cazadores de grandes mamíferos, pero la carne fresca no explicaba los picos químicos.
El equipo de Beasley y Speth, tras analizar fósiles de yacimientos euroasiáticos, propuso una teoría revolucionaria: los neandertales consumían carne podrida y larvas de mosca, según Science Advances. Los neandertales almacenaban presas mediante técnicas como colgarlas de ramas, enterrarlas o apilarlas sobre piedras, lo que llevaba a la fermentación. Este proceso, combinado con el consumo de larvas, elevaba drásticamente los niveles de nitrógeno-15, un hallazgo que redefine su dieta.
Inspiración en prácticas indígenas
La clave del estudio surgió de las observaciones de John Speth, quien documentó cómo pueblos indígenas del Ártico consumían carnefermentada y larvas para evitar la “rabbit starvation”, una intoxicación por exceso de proteína magra. Esta condición, exclusiva de humanos, no afecta a carnívoros como leones, que procesan hasta cuatro veces más proteína, según Archaeology News. Speth conectó estas prácticas etnográficas con los neandertales, sugiriendo una dieta flexible para sobrevivir en épocas de escasez.
Para probar la hipótesis, Melanie Beasley, en colaboración con Julie Lesnik de Wayne State University, analizó cadáveres donados en el Forensic Anthropology Center de la Universidad de Tennessee. El equipo estudió la descomposición de carne humana y las larvas de mosca en diferentes estaciones, según Science Advances. Los resultados fueron contundentes: mientras la carne fermentada mostraba un aumento moderado de nitrógeno-15, las larvas presentaban niveles excepcionalmente altos, coincidentes con los fósiles neandertales.
Prácticas modernas como espejo de los Neandertales
El estudio se apoya en ejemplos etnográficos modernos, como el consumo de casu marzu, un queso sardo con larvas vivas, o las prácticas de los inuit, que fermentan carne para obtener grasas y aminoácidos esenciales, según National Geographic. Estas costumbres reflejan cómo los neandertales pudieron aprovechar recursos extremos. Aunque las larvas no se preservan en excavaciones, su impacto químico en los huesos es detectable, según Archaeology News.
El hallazgo desafía la imagen del neandertal como un carnívoro estricto. “No eran solo cazadores; eran oportunistas ingeniosos”, afirmó Beasley en New Scientist. La dieta basada en carne podrida y larvas proporcionaba energía vital durante inviernos prehistóricos, cuando las presas escaseaban. Este descubrimiento también resalta la importancia de integrar datos etnográficos y experimentales en la arqueología, según Science Advances.
Contexto arqueológico de los Neandertales
Los análisis isotópicos han revolucionado el estudio de dietas prehistóricas. En 2024, se publicaron más de 50 estudios sobre isótopos en fósiles humanos, según el Journal of Archaeological Science. El caso neandertal destaca por su enfoque interdisciplinario, combinando química, antropología y etnografía. Comparado con otros hallazgos, como el consumo de plantas en neandertales ibéricos, este estudio amplía la comprensión de su adaptabilidad, según Nature.
El trabajo de Beasley y Speth no solo reescribe la dieta neandertal, sino que abre nuevas líneas de investigación. “Necesitamos más estudios sobre descomposición en contextos controlados”, señaló Lesnik en Science Advances. Los científicos planean analizar otros yacimientos para confirmar si esta práctica era común o exclusiva de ciertos grupos neandertales. (27)