Esos años cuando el ferrocarril unió el mar con el campo en Manabí

A inicios del siglo XX, el ferrocarril de Manabí, impulsado por Eloy Alfaro y empresarios locales, conectó campos y puertos, llevando cacao, tagua y sueños al mundo. Entre 1912 y 1956, los trenes fueron símbolo de modernidad y unión, pero la falta de mantenimiento y el auge de las carreteras los relegaron al olvido.
Hacer un viaje en tren desde Santa Ana a Manta tomaba siete horas. Había una parada obligatoria en el cerro de Hojas donde los pasajeros se bajaban a comer.
Hacer un viaje en tren desde Santa Ana a Manta tomaba siete horas. Había una parada obligatoria en el cerro de Hojas donde los pasajeros se bajaban a comer.
Hacer un viaje en tren desde Santa Ana a Manta tomaba siete horas. Había una parada obligatoria en el cerro de Hojas donde los pasajeros se bajaban a comer.
Hacer un viaje en tren desde Santa Ana a Manta tomaba siete horas. Había una parada obligatoria en el cerro de Hojas donde los pasajeros se bajaban a comer.

Freddy Solórzano

Redacción ED.

Freddy Solórzano

Redacción ED.

Primero subió a un escenario y creyó que era su lugar. Fue hermoso mientras duró. Dejó el teatro... Ver más

Por un tiempo, el silbato del tren fue el canto del progreso en Manabí. Entre los años 1912 y 1956, las máquinas de hierro recorrieron los campos manabitas, uniendo las entrañas agrícolas con los puertos costeros. Fue un sueño nacido a finales del siglo XIX, bajo el impulso del general Eloy Alfaro, que imaginó una provincia integrada por rieles, donde el cacao, la tagua y los sombreros de paja toquilla llegaran al mundo desde Manta y Bahía de Caráquez.

Alfaro tuvo la mirada puesta en una conexión ferroviaria que integrara a Manabí con Quito, pero el proyecto no encontró eco entre los inversionistas. Todo quedó dentro de casa: en Manabí. La construcción de la línea ferroviaria comenzó en 1909. La línea norte, completada en 1912, conectaba Bahía de Caráquez con Chone, pasando por las localidades de Tosagua y Calceta.

La ruta del ferrocarril en Manta 

En el sur de la provincia, empresarios europeos como Pablo Gonzenbach y Karl Voelker, radicados en Manta, junto a inversionistas locales como Manuel Chávez, Ricardo y Francisco Delgado, hicieron posible lo que parecía inalcanzable. Con su apuesta, se financió con capitales agrícolas e impuestos gubernamentales sobre la tagua la ruta centro-sur, desde Manta hasta Santa Ana, cruzando Montecristi y Portoviejo. En 1914 empezó a funcionar.

Aquellos trenes, conocidos cariñosamente en Chone como “la burra” y “la once”, se convirtieron en símbolos cotidianos de modernidad. Pero el tren también fue testigo de la violencia. El 12 de abril de 1915 fue asaltado cerca de Montecristi. Cinco soldados murieron defendiendo los 20.000 sucres destinados al ejército. Los autores del atraco se declararon revolucionarios conchistas, seguidores de Carlos Concha Torres, en lucha contra el gobierno de Leonidas Plaza y en memoria del asesinado Eloy Alfaro.

Los pueblos y sus historias

El ferrocarril no solo movía carga; movía historias. En los pueblos, las estaciones se convirtieron en centros de encuentro. El viaje desde Santa Ana hasta Manta, de siete horas y con una parada ritual en el cerro de Hojas, alimentó la memoria colectiva de generaciones. Familias enteras se trasladaron a otros pueblos. Muchos encontraron un nuevo destino frente al mar, en Manta.

Pero la falta de mantenimiento del ferrocarril, el auge de los carros y la expansión de las carreteras en los años 40 empezaron a silenciar el canto del tren. Más rápidas, más flexibles, las nuevas vías fueron desplazando al viejo ferrocarril. En 1945 cesaron los servicios en Manta, y en 1956 se apagó el último silbato en la línea Bahía-Chone. Lo que por décadas fue símbolo de integración, terminó sepultado.

El proyecto archivado

En octubre de 2018, el presidente Lenín Moreno intentó resucitar el sueño ferroviario en Manabí. Pocos lo tomaron en serio. Propuso el “Tren Playero”, una ruta costera de 400 kilómetros desde Daule hasta Manta, que prometía revitalizar el turismo y el transporte de carga a los puertos. Pero el ambicioso proyecto, valorado en 1.000 millones de dólares, nunca pasó del anuncio. Fue una promesa con destino de archivo.

Hoy, lo que queda del ferrocarril de Manabí son vestigios oxidados y recuerdos persistentes. Una historia breve. El tren unió más que geografías: unió destinos.

SÚMATE AL NEWSLETTER

Recibe todos los días el ranking de las noticias más importantes.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Edición impresa

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

¡Noticias al instante!

Entérate de lo más importante, al momento.

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

¡Noticias al instante!

Entérate de lo más importante, al momento.

ÚLTIMAS NOTICIAS

Edición impresa

Noticias en la web

SÚMATE AL NEWSLETTER

Recibe todos los días el ranking de las noticias más importantes.

Edición impresa

ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP

¡Noticias al instante!

Entérate de lo más importante, al momento.

1$us/mes

No te pierdas nada OFERTA RELÁMPAGO