Un descanso breve pero profundo podría ser la clave para resolver problemas complejos de forma repentina. Investigadores de la Universidad de Hamburgo han publicado en la revista PLOS Biology un estudio que sugiere que la introspección, o los llamados momentos “ajá”, están estrechamente ligados a la calidad del sueño, especialmente durante las siestas.
La introspección ha fascinado a psicólogos y neurocientíficos durante décadas. Se trata de esos momentos en los que una persona logra una comprensión repentina de un problema, sin seguir un razonamiento lineal. A nivel conductual, se caracteriza por un rendimiento abrupto, impredecible y selectivo entre individuos. Aunque las causas neuronales exactas siguen en estudio, se cree que implican una reestructuración interna de las representaciones mentales.
Una siesta, un hallazgo
Para explorar el papel del sueño en este fenómeno, el equipo de Anika Löwe y Nicolas Schuck reclutó a 90 personas para realizar una tarea de patrones visuales. Los participantes respondían a puntos en una pantalla siguiendo una regla oculta. Tras cuatro rondas, fueron inducidos a dormir una siesta de 20 minutos conectados a un EEG para monitorear su actividad cerebral.
Los resultados fueron reveladores: el 70,6% de los participantes descubrió la solución oculta tras dormir. De ese grupo, el 85,7% había alcanzado la fase de sueño N2, una etapa de sueño más profundo. En comparación, solo el 55,5% de los que permanecieron despiertos y el 63,6% de los que llegaron solo a la fase N1 (ligera) lograron ese avance.
El cerebro se reorganiza mientras tomas la siesta
Los investigadores encontraron que una pendiente espectral más pronunciada en el EEG —indicador de sueño profundo— se correlacionó con una mayor probabilidad de introspección. “Es fascinante que un sueño tan corto pueda facilitar conexiones mentales que antes no estaban disponibles”, dijo Schuck.
Anika Löwe añadió que este fenómeno podría vincularse con la regulación de pesos sinápticos durante el sueño, una especie de “reinicio” que permite al cerebro integrar nueva información.
No es magia: actividades que fomentan la introspección
Más allá del sueño, existen otras prácticas que estimulan la mente y pueden inducir momentos reveladores:
- Ejercicio físico regular, que mejora la circulación y la generación de nuevas neuronas.
- Meditación y mindfulness, que reducen el ruido mental y aumentan la claridad.
- Resolver acertijos y juegos de lógica, que entrenan la flexibilidad cognitiva.
- Escribir ideas o llevar un diario, que organiza pensamientos y permite conexiones inesperadas.
- Cambiar de entorno o caminar al aire libre, que activa redes cerebrales creativas.
- Escuchar música instrumental, que facilita la concentración profunda.
Consultar con la almohada: una estrategia con respaldo científico
El estudio recuerda un consejo popular: “consúltalo con la almohada”. Más que un dicho, parece tener base neurocientífica. En trabajos previos sin siestas, solo el 49,6% de participantes resolvían el problema, frente al 70% que lo logró tras dormir. La diferencia podría estar en la calidad del sueño alcanzado.
Aunque quedan muchas preguntas por responder sobre los mecanismos exactos, este hallazgo representa un paso importante para comprender cómo el sueño contribuye al pensamiento complejo.
Dormir no solo repara: también aclara.