El estrés, cuando se mantiene en niveles elevados durante períodos prolongados, puede afectar gravemente la salud física y mental de una persona, provocando desde trastornos psicológicos hasta enfermedades cardíacas e incluso, en los casos más extremos, la muerte.
El impacto del estrés prolongado en la salud
El estrés es una reacción natural del cuerpo ante situaciones que percibe como amenazas o desafíos. Sin embargo, cuando se convierte en una condición crónica, su efecto deja de ser adaptativo y se transforma en un factor de riesgo para numerosas enfermedades.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el estrés crónico puede alterar gravemente funciones vitales del organismo. Entre los trastornos más comunes derivados del estrés prolongado se encuentran la ansiedad, la depresión, los trastornos del sueño, y problemas de concentración o memoria.
A nivel fisiológico, el estrés mantenido en el tiempo eleva los niveles de cortisol, una hormona que, si se libera en exceso, deteriora el sistema inmunológico, altera el sistema digestivo y afecta negativamente al corazón y al cerebro.
Efectos más graves del estrés crónico
Uno de los peores efectos que puede sufrir una persona sometida a estrés severo y continuo es el síndrome de agotamiento extremo, también conocido como burnout. Este síndrome, reconocido oficialmente como un problema laboral por la OMS, puede dejar a la persona completamente incapacitada para desarrollar su vida profesional o personal de forma normal.
Además, el estrés sostenido ha sido vinculado con trastornos cardiovasculares graves, como infartos o hipertensión persistente. Estudios científicos han documentado una relación directa entre altos niveles de estrés y un mayor riesgo de padecer accidentes cerebrovasculares.
En casos extremos, cuando el estrés no se gestiona ni se trata adecuadamente, puede desencadenar episodios de trastornos mentales graves e incluso llevar al suicidio. Según datos de la OMS, los trastornos mentales vinculados al estrés están entre las principales causas de discapacidad a nivel mundial.
Señales de alerta y prevención
Existen señales tempranas que pueden alertar sobre la presencia de un estrés peligroso: irritabilidad constante, dificultad para dormir, cansancio persistente, dolores musculares frecuentes, problemas digestivos o alteraciones del apetito. Reconocer estos signos puede ser fundamental para evitar que el estrés avance hacia una situación más grave.
Los especialistas en salud mental recomiendan intervenciones tempranas, como la práctica regular de ejercicio físico, técnicas de relajación, mejorar la higiene del sueño y, en casos necesarios, acudir a un profesional de la salud mental.
También es importante que los entornos laborales, escolares y familiares promuevan espacios saludables y de apoyo emocional, ya que el entorno social tiene un papel determinante en la aparición y la gestión del estrés.
Un problema de salud pública
En la actualidad, el estrés es considerado un problema global de salud pública. En muchos países, los sistemas de salud están incorporando programas específicos para tratar este tipo de trastornos, que afectan tanto la productividad como el bienestar general de la población.
La prevención y el abordaje temprano son claves para reducir el impacto del estrés crónico. No se trata únicamente de una cuestión individual, sino de un fenómeno que implica responsabilidades colectivas y estrategias de salud mental accesibles para todos los sectores de la sociedad.