Sus lomos asoman y resoplan como dando la bienvenida a su nido de amor, a su hogar. Se acercan aleteando a los botes donde turistas las fotografían maravillados. Son las ballenas jorobadas, mamíferos de hasta 16 metros de largo y 30 toneladas de peso, protagonistas de un espectáculo natural que abre su telón cada año en las costas ecuatorianas entre junio y octubre.
Estos cetáceos viajan más de 7 mil kilómetros (de noviembre a mayo) desde las gélidas aguas de la Antártica para volver a casa, a Manabí. “Estas son sus áreas de reproducción, es el área del amor, donde vienen aquí a conocerse, a aparearse, pero también se quedan varios meses, porque las que vienen preñadas del año anterior vienen a tener a sus crías aquí”, explica Cristina Castro, investigadora de la Fundación Ballenas del Pacífico.
Según la bióloga, se estima que cada año unos 10 mil mamíferos llegan a aguas ecuatorianas, unos se quedan y otros pasan a otros países de la región, como Colombia, Costa Rica, Perú o Panamá. De esta población, un 6% crece cada año y esas 600 son manabitas. «Se hacen y nacen aquí. Es decir, ahorita es el apareamiento, la gestación dura once meses, entonces todas las enamoradizas de este año van a regresar el siguiente con su regalo”, detalló Castro.
Impacto económico del turismo
Según la dirección de Turismo del GAD Municipal de Puerto López, el turismo de observación de ballenas, vigente desde 1998, movió hasta el 2023 más de 2 millones de dólares, sólo entre junio y octubre. Actualmente hay 36 operadores autorizados para realizar tours de avistamiento, esta es su principal actividad en el año, como parte del Festival de Ballenas Jorobadas que se realiza desde 1999. En la vigesimosexta edición llegaron aproximadamente 40 mil turistas, una cifra que se espera superar este 2025. Para ello, la municipalidad trabaja en la promoción del festival con visitas a ciudades de la sierra, como Cuenca.

El espectáculo de las ballenas jorobadas alcanza su punto álgido entre julio y agosto, cuando los machos realizan saltos para atraer a las hembras. De agosto a octubre, las madres nadan junto a sus crías, ofreciendo un espectáculo conmovedor para los turistas. La migración comienza en noviembre en la Antártida, donde se alimentan de kril y pequeños peces, y termina en mayo, cuando regresan a Manabí. Los primeros en llegar son los machos, seguidos por las hembras juveniles y las preñadas.
Las reglas para la observación son socializadas con los turistas y deben cumplirse para evitar estresar a los mamíferos, explica. Así, dos de las más importantes es que durante el avistamiento, se deberá mantener a una distancia de 10 metros con las ballenas; además, el tiempo de recorrido de la embarcación no deberá exceder los 30 minutos.
Investigación y conservación
La temporada de las jorobadas no es la única en la que se pueden observar ballenas en las costas ecuatorianas. Castro indica que se han encontrado otras especies, como las ballenas de Bryde, o tropicales, y hasta las más grandes del mundo, las ballenas azules.
“Primero tenemos ballenas tropicales, después están las ballenas jorobadas, pero la idea es que podríamos hacer turismo de ballenas todo el año. Hasta ahora hemos comenzado a estudiarlas para entenderlas y saber cómo guiar. Manabí es una zona rica, su mar es rico totalmente, sólo falta descubrirlo y eso es lo que estamos haciendo, tratando de descubrir estas especies, mostrarlo al mundo y conducirlo a base de investigación científica”, señaló la investigadora.
El GAD Municipal de Puerto López intensifica la promoción del Festival de Ballenas Jorobadas, que combina turismo, educación y conservación. Las embarcaciones operan bajo estrictas regulaciones para garantizar la seguridad de los cetáceos y los visitantes. Con un crecimiento anual del 6% en la población de ballenas jorobadas, Manabí se consolida como un destino clave para el avistamiento, atrayendo a turistas nacionales e internacionales que buscan presenciar este fenómeno natural.