Los suplementos alimenticios como el omega-3, la vitamina D, el magnesio y la biotina han ganado relevancia en los últimos años. Profesionales de la salud en Ecuador y otros países los recomiendan como complemento nutricional, especialmente cuando la dieta no cubre los requerimientos diarios. Su uso ha sido promovido por organismos internacionales de salud por sus potenciales beneficios en el bienestar físico y mental.
Estos compuestos no sustituyen una alimentación equilibrada, pero pueden ayudar a mejorar la función cardiovascular, el sistema inmune, el metabolismo energético y la salud del cabello y la piel. Su consumo debe estar guiado por un profesional médico o nutricionista, ya que su eficacia y seguridad dependen del contexto clínico de cada persona.
Omega-3: apoyo al corazón y al cerebro
Los ácidos grasos omega-3 son grasas poliinsaturadas que el cuerpo no produce por sí solo. Se encuentran principalmente en pescados como el salmón, la caballa y el atún. En forma de suplemento, suelen presentarse en cápsulas de aceite de pescado o kril.
Estudios clínicos avalados por la American Heart Association indican que el omega-3 puede reducir los niveles de triglicéridos, disminuir la presión arterial y mejorar la función cerebral. Además, está asociado a la reducción de riesgos cardiovasculares.
En Ecuador, su uso es común en pacientes con historial de enfermedades del corazón o con dietas bajas en pescado, siendo un aliado potencial en la prevención de eventos cardiovasculares.
Vitamina D: esencial para huesos y sistema inmunológico
La vitamina D cumple un rol fundamental en la absorción de calcio y fósforo, lo que la convierte en un nutriente clave para la salud ósea. También interviene en funciones inmunológicas y en la regulación del estado de ánimo.
Su deficiencia es común en zonas con baja exposición solar o en personas que pasan mucho tiempo en interiores. Según el Instituto Nacional de Salud Pública de México, la falta de vitamina D se ha relacionado con un mayor riesgo de infecciones respiratorias y enfermedades autoinmunes.
En suplementos, se presenta como D2 o D3, esta última más efectiva. Su uso controlado puede ayudar a fortalecer el sistema inmune y prevenir enfermedades óseas como la osteoporosis.
Magnesio: regulador del sistema nervioso y muscular
El magnesio es un mineral involucrado en más de 300 reacciones bioquímicas del cuerpo. Ayuda a controlar el azúcar en sangre, regula la función muscular y nerviosa, y participa en la síntesis de proteínas.
Una ingesta insuficiente puede provocar síntomas como fatiga, calambres y alteraciones del sueño. El magnesio se puede obtener de alimentos como nueces, semillas, legumbres y vegetales de hoja verde, pero su suplementación puede ser necesaria en algunos casos clínicos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca del 30% de la población mundial presenta deficiencia de este mineral, por lo que su inclusión como suplemento puede tener beneficios notables.
Biotina: salud capilar y metabólica
La biotina (vitamina B7) es una vitamina hidrosoluble del complejo B que participa en la conversión de carbohidratos, grasas y proteínas en energía. Es conocida por su vínculo con la salud del cabello, las uñas y la piel.
Su deficiencia es poco común, pero puede darse en personas con trastornos intestinales, consumo excesivo de alcohol o dietas muy restrictivas. En estos casos, su suplementación puede favorecer la regeneración celular y fortalecer tejidos.
Además, la biotina también contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso y al metabolismo energético, según datos de la European Food Safety Authority (EFSA).
Consulta médica antes de tomar suplementos
Aunque estos suplementos pueden aportar beneficios, no deben consumirse sin supervisión médica. La sobredosificación o el uso innecesario puede causar efectos adversos o interacciones con otros medicamentos.
En Ecuador, la regulación de suplementos está a cargo de la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (ARCSA), que recomienda adquirir productos registrados y de marcas confiables.
Una evaluación médica es clave para determinar las necesidades específicas de cada persona y evitar riesgos innecesarios.