Colombia formalizó su adhesión al proyecto chino de las Nuevas Rutas de la Seda mediante la firma de un plan de cooperación durante el IV Foro Ministerial China-CELAC, celebrado en Beijing. La Cancillería colombiana destacó la decisión como “la más importante para el país en los últimos 25 años”, marcando un hito en la política exterior y comercial del Gobierno de Gustavo Petro. El acuerdo busca promover proyectos en transición energética, seguridad alimentaria, tecnología y movilidad sostenible, sin compromisos legales vinculantes.
La firma tuvo lugar en el marco del foro, donde Colombia participó como presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). El Ejecutivo subrayó que el acuerdo no es un tratado ni un memorando de entendimiento, sino una “plataforma de colaboración flexible” que permitirá evaluar cada proyecto de manera individual, priorizando el impacto en la población colombiana. Entre los objetivos, se incluyen iniciativas para reindustrializar el sector salud, implementar inteligencia artificial y fomentar la conectividad global.
La relación entre Colombia y China
El presidente Petro, en un discurso pronunciado el 6 de mayo en Bogotá, enfatizó que la relación con China se construirá “de igual a igual”. “Vamos a hablar con Xi Jinping de tú a tú, no como arrodillados, y abordaremos problemas vigentes, como el déficit comercial de 14.000 millones de dólares anuales con China”, afirmó ante una multitud. El mandatario destacó la necesidad de diversificar las relaciones comerciales de Colombia, reduciendo la dependencia de socios tradicionales.
Sin embargo, la decisión ha generado debate en el país. Expertos y gremios económicos advierten sobre posibles tensiones con Estados Unidos, principal socio comercial de Colombia. El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, calificó la Ruta de la Seda como una “trampa diplomática de endeudamiento”, alertando que los préstamos chinos podrían generar deudas insostenibles para América Latina. En contraste, Carlos Ronderos, consultor en Comercio Internacional, señaló que el acuerdo es una “declaración de voluntad de cooperación” sin compromisos específicos, lo que preserva la soberanía colombiana.
La conectividad global
La Nueva Ruta de la Seda, impulsada por China desde 2013, busca fortalecer la conectividad global a través de inversiones en infraestructura, transporte, energía y tecnología. Actualmente, 146 países participan en el proyecto, incluyendo 20 de América Latina, como Argentina, Bolivia, Chile y Ecuador. Panamá, que formaba parte de la iniciativa, se retiró en febrero de 2025. Según Ronderos, la adhesión de Colombia podría ser una oportunidad para reducir el déficit comercial con China, fomentando un intercambio más equilibrado.
El sector empresarial colombiano, aunque reconoce el potencial de la cooperación, expresó preocupación por la falta de claridad en los proyectos específicos. Voceros de gremios económicos solicitaron al Gobierno mayor transparencia sobre los términos de la colaboración y su impacto en las relaciones con otros socios comerciales. La Cancillería, por su parte, aseguró que los proyectos serán evaluados rigurosamente para garantizar beneficios tangibles para el país.
Con esta adhesión, Colombia se posiciona como un actor relevante en la estrategia global de China, pero enfrenta el desafío de equilibrar sus relaciones con Beijing y Washington en un contexto de creciente competencia geopolítica. La implementación de los proyectos será clave para determinar si esta decisión histórica cumple con las expectativas del Gobierno y de la población colombiana. (10)