Quitar el biberón a un niño entre los 12 y 24 meses es un proceso que debe realizarse de forma gradual, según pediatras y especialistas en desarrollo infantil. Esta etapa es clave para evitar problemas de salud bucal y fomentar hábitos alimenticios adecuados desde la primera infancia.
La importancia de dejar el biberón a tiempo
El uso prolongado del biberón, especialmente después de los 18 meses, se asocia con diversos riesgos como caries dentales, dificultades en el habla y problemas en la alimentación sólida, de acuerdo con instituciones pediátricas reconocidas. Por ello, los profesionales recomiendan iniciar el proceso de retiro entre los 12 y 18 meses de edad, adaptándose siempre al ritmo del niño.
Más allá de los efectos físicos, el uso extendido del biberón puede generar una dependencia emocional, dificultando rutinas como el sueño o la alimentación sin apoyo de objetos transicionales.
“El biberón cumple su función en los primeros meses, pero a partir del primer año conviene sustituirlo progresivamente por otros utensilios como la taza entrenadora”, explica la doctora Ana Laura Serrano, pediatra especializada en salud infantil.
Estrategias para una transición amigable
Expertos en pediatría y psicología infantil recomiendan aplicar un enfoque progresivo, con presencia activa de los cuidadores. Algunas acciones útiles para facilitar el cambio incluyen:
- Reducir las tomas con biberón poco a poco, comenzando por aquellas que no están asociadas al sueño.
- Introducir vasos entrenadores o de transición, que permiten al niño adaptarse sin generar rechazo.
- Mantener rutinas estables y evitar iniciar el proceso en momentos de cambios importantes o estrés.
Además, es importante evitar que el biberón se convierta en un recurso emocional para calmar al niño. Se recomienda utilizar otros métodos de contención como abrazos, cuentos o música suave.
Qué indican las guías profesionales
Diversas asociaciones de salud infantil recomiendan retirar el biberón antes de los 24 meses de edad, debido a sus posibles efectos adversos en el desarrollo oral y emocional. Esta sugerencia está basada en estudios clínicos y observaciones del comportamiento infantil durante esta etapa de transición.
“El entorno adulto debe facilitar el proceso, no acelerarlo ni imponerlo. Es una oportunidad para fomentar la autonomía y reforzar la relación afectiva”, indica la psicóloga infantil Mariela Cortés, especialista en apego y desarrollo temprano.
También se advierte sobre el riesgo de usar el biberón para administrar líquidos azucarados como jugos o refrescos, lo cual incrementa el riesgo de caries temprana y desequilibrios nutricionales.
Consejos prácticos para padres y cuidadores
El acompañamiento positivo y respetuoso es clave para que el proceso de dejar el biberón sea exitoso. Algunas recomendaciones útiles incluyen:
- Evitar regaños, castigos o comparaciones con otros niños.
- Reforzar positivamente los logros, incluso los más pequeños.
- Establecer horarios regulares para comidas y bebidas, sin recurrir al biberón como solución rápida para calmar.
Si el niño muestra señales de angustia persistente o rechaza completamente otros métodos de alimentación, se sugiere consultar con un especialista en desarrollo infantil para recibir orientación personalizada.
Un paso hacia el crecimiento saludable
Dejar el biberón no solo representa un cambio en la forma de alimentación, sino un avance en el desarrollo emocional y la independencia del niño. Con un enfoque paciente, respetuoso y acompañado, este proceso puede convertirse en una experiencia positiva para toda la familia.