Con el 98% del escrutinio completado, Jeannette Jara se consolidó como la elegida del oficialismo en Chile para disputar la presidencia en noviembre de 2025. La exministra del Trabajo, respaldada por el Partido Comunista y otros sectores afines al gobierno de Gabriel Boric, alcanzó el 60,31% de los votos en las primarias.
Su contendora, Carolina Tohá, ligada al Partido Socialdemócrata y exministra del Interior, obtuvo un 27,91%, quedando en un lejano segundo lugar. Solo participaron candidatas del oficialismo, ya que la oposición derechista optó por abstenerse de esta instancia electoral.
El simbolismo de la elección de Jara
La candidatura de Jara, militante comunista y figura clave en la aprobación de la reducción de la jornada laboral a 40 horas, representa un intento del bloque gobernante por reposicionarse tras varios reveses legislativos y caídas en la popularidad presidencial. El propio Boric destacó tras emitir su voto en Punta Arenas: «Lo relevante es que los sectores progresistas van a converger en una sola opción».
Además de su papel en el gabinete, Jara ha construido una trayectoria política vinculada a causas sociales y laborales. Su perfil dialogante dentro del oficialismo la posiciona como un puente entre las distintas sensibilidades que componen la coalición de gobierno.
Un escenario polarizado para Jara
Chile se encamina a una elección polarizada. Las encuestas favorecen hasta ahora a figuras de la derecha como Evelyn Matthei, quien plantea una agenda de orden y desarrollo, y José Antonio Kast, que busca una revancha tras perder con Boric en 2021. Kast ha reforzado su discurso de mano dura frente a la delincuencia y migración irregular.
Ante este panorama, Jara deberá no solo consolidar el voto progresista, sino también reconectar con una ciudadanía desilusionada por las promesas incumplidas del actual gobierno. Entre ellas está la fallida reforma constitucional y la percepción de inseguridad creciente.
Algunos analistas consideran que el oficialismo necesita renovar su narrativa, enfocándose más en los logros alcanzados durante el mandato de Boric y menos en propuestas estructurales que no lograron cuajar. La gestión de expectativas será clave en el proceso electoral.
La reelección no está permitida
Gabriel Boric no puede postularse nuevamente, por lo que su coalición necesita un relevo con fuerza política propia. Jara ha ganado visibilidad desde el Ejecutivo, pero enfrentará una campaña compleja donde la derecha ya ha marcado terreno.
De no haber un ganador absoluto en primera vuelta, Chile irá a un balotaje el 14 de diciembre. La definición podría reflejar nuevamente una división profunda en el electorado entre visiones de país muy distintas.
La elección también será una prueba para la solidez del bloque de gobierno, que ha sufrido tensiones internas entre las fuerzas más moderadas y los sectores de izquierda dura. Lograr una estrategia unificada será determinante para aspirar a un triunfo en segunda vuelta.
Participación y proyección
A pesar de tratarse de primarias internas, la participación superó las expectativas del bloque oficialista. Este respaldo temprano otorga impulso a Jara, aunque también la obliga a perfilar una campaña de mayor alcance para disputar con los favoritos de la derecha.
En los próximos meses, se espera que los contendores afinen sus estrategias. Las propuestas económicas, de seguridad y sociales estarán en el centro del debate, con un electorado dividido entre la nostalgia reformista y la demanda por orden inmediato.
En este contexto, la candidata oficialista deberá captar a los votantes moderados y a los indecisos, en un escenario donde el descontento ciudadano y la baja participación han sido constantes en los últimos procesos electorales. La construcción de una plataforma clara y realista será uno de sus mayores desafíos rumbo a noviembre.