Clever Aníbal Changoluisa Pujos lleva casi dos décadas en Estados Unidos, pero nunca ha dejado de ser ecuatoriano. Nacido en la ciudad de Ambato, provincia de Tungurahua, recuerda con cariño y algo de melancolía la tierra que dejó atrás. Hoy vive en Jacksonville, Florida, donde todos lo conocen como ‘El Primo‘, apodo que él mismo popularizó entre los hispanos de la zona.
“Llevo casi 20 años, estoy aquí desde el 2007”, cuenta Clever, con una mezcla de orgullo por lo logrado y nostalgia por lo que dejó. En su memoria están los sabores, el clima y la calidez de su gente. “Recuerdo que era lindo… la tripa mishqui, la comida, el clima, la gente”, dice. Y confiesa: “Extraño todavía a mi Ecuador”.
Hoy Clever es dueño de una llantera con más de una docena de empleados y un restaurante donde se sirve comida centroamericana. “No hay mucha comida ecuatoriana por aquí. A veces cuando vienen mis familiares me traen algo, pero ya me adapté al desayuno hondureño con carne, frijolitos y café”.
El viaje duro y el primer trabajo en EE. UU.
Como tantos migrantes ecuatorianos, partió buscando un mejor futuro. “La problema de la economía de nuestros países… mucha corrupción… nuestros países es bien difícil para salir adelante”, explica sobre su decisión de migrar.
La travesía fue compleja: “Respecto al viaje de venir a este país es muy duro, muy riesgoso, perder la vida. Muy difícil cruzar a este país. De verdad que Dios es muy milagroso, que nos cuida, nos protege para poder llegar”.
Cuando llegó a Estados Unidos, solo, sin familia, lo hizo en medio de una recesión. Lo primero que conoció fue el cemento. Trabajó en construcción, pintura, jardinería, limpieza. “Hubo días en que trabajaba de siete de la mañana a diez de la noche por 40 dólares”, recuerda. “En Ecuador tenía mi taller de mecánica, no me faltaba nada. Pero vine con sueños, y los sueños hay que trabajarlos”.
De empleado a empresario: la oportunidad
Fue un taller de llantas en Jacksonville donde encontró su primer respiro. “Empecé limpiando rines, recibiendo propinas. Ahí aprendí cómo funcionaba el negocio. Al final, el dueño me lo vendió por 8 mil dólares. Ahí empezó todo”. Ahora da empleo a jóvenes a quienes también llama ‘primos’. “Echándole ganas, trabajando, así cumplimos con el sueño americano” recalca.
Él no solo ha construido un negocio. Ha formado una comunidad. “Tengo empleados de Honduras, México, El Salvador… todos son mis primos. Hacemos reuniones, les digo que este negocio también es de ellos, que lo cuiden. Para mí son como hijos”.
Clever también lleva con él las enseñanzas de su madre, a quien recuerda con profunda gratitud. “Gracias a Dios, gracias a mi madre que ya en paz descanse… me enseñó a trabajar duro. Y gracias a ella ahora soy lo que soy. Me enseñaron la educación, a ser honrado”, dice, emocionado.
El corazón sigue en Ambato
#EcuatorianosEnUSA | Conoce la historia de Clever Changoluisa, migrante ecuatoriano que pasó de limpiar rines a liderar una llantera y restaurante. @eldiarioec pic.twitter.com/hF59VltxSt
— Manavisión Canal 9 (@manavisionec) May 28, 2025
Aunque su vida transcurre ahora al norte de la Florida, el corazón sigue conectado a Ambato, donde aún tiene parientes “mis primos, mis hermanas, mis hermanos. Hay mucha familia todavía por delante”. Su anhelo es claro: “Muy pronto podré visitar a mi familia y a estar en mi país de vacaciones”.
En Jacksonville, entre trabajos y jornadas largas ‘El Primo‘, Clever se esfuerza por mantener viva la cultura ecuatoriana. El saludo fraterno de “¿Qué fue, primo?” no es solo una costumbre: es un vínculo. Entre paisanos, esa palabra trae consigo la sensación de hogar, de pertenencia. Y en cada ‘primo’ que trabaja a su lado, Clever ve reflejada su propia historia de esfuerzo, raíces y esperanza. (36)
