El 26 de abril de 1986, el reactor número cuatro de la central nuclear de Chernóbil, ubicada en la ciudad ucraniana de Prípiat, explotó durante una prueba de seguridad mal ejecutada. El accidente causó la liberación masiva de materiales radiactivos, afectó a cientos de miles de personas y dejó una huella ambiental y sanitaria que persiste hasta hoy.
El origen del desastre: falla técnica y error humano
El accidente de Chernóbil fue causado por una prueba de seguridad realizada sin protocolos adecuados. El reactor RBMK-4, que carecía de una estructura de contención —un sistema común en otras centrales nucleares para evitar fugas—, sufrió un aumento de temperatura que provocó su explosión.
La liberación de plutonio, yodo, cesio y estroncio contaminó aproximadamente 142.000 kilómetros cuadrados en el norte de Ucrania, el sur de Bielorrusia y parte de Rusia. A esto se sumó el incendio de bloques de grafito usados como moderadores, lo que intensificó la emisión radiactiva.
Dos empleados murieron durante la explosión inicial y otras 28 personas, incluidos bomberos y personal de emergencia, fallecieron en los tres meses posteriores por síndrome agudo de radiación.
Evacuación masiva y desplazamiento forzoso
La ciudad de Prípiat, ubicada a solo tres kilómetros de la planta, fue evacuada 36 horas después del accidente. En total, más de 300.000 personas fueron reubicadas debido a la lluvia radiactiva, cuya intensidad fue 400 veces mayor que la liberada en Hiroshima en 1945.
Durante semanas, 67.000 personas adicionales fueron evacuadas de la zona de exclusión, un área de 30 kilómetros de radio que aún permanece cerrada al acceso civil. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la radiación liberada podría haber causado hasta 4.000 muertes en los 20 años posteriores. No obstante, los registros oficiales solo confirmaban unas 50 muertes directas por el accidente hasta 2005.
Consecuencias médicas a largo plazo
Uno de los efectos más documentados fue el aumento de cáncer de tiroides en niños. Se registraron al menos 1.800 casos entre menores de 0 a 14 años, especialmente por exposición al yodo radiactivo, una sustancia que se acumula en la glándula tiroides.
Aunque no se ha podido establecer una relación estadística sólida entre la exposición de los liquidadores —personas encargadas de la limpieza— y otras enfermedades, sí se ha detectado un fuerte impacto psicológico. Suicidios, depresión y alcoholismo han sido reportados con frecuencia en los años posteriores.
Actualmente, se estima que la contaminación radiactiva afecta un área de 150.000 km² entre Ucrania, Rusia y Bielorrusia, y la zona de exclusión abarca unos 5.200 km².
Los liquidadores: entre el heroísmo y el riesgo
Tras la explosión, el gobierno soviético movilizó rápidamente a cerca de 600.000 liquidadores. Este grupo estaba conformado por soldados, bomberos, ingenieros y mineros de toda la URSS, que ejecutaron tareas críticas de contención.
Los mineros excavaron túneles bajo el reactor para introducir nitrógeno líquido y enfriar el combustible nuclear. Simultáneamente, pilotos de helicópteros arrojaron 4.500 toneladas de materiales como arena, plomo y arcilla desde el aire para sofocar las llamas y reducir la dispersión radiactiva.
Un equipo de 3.400 soldados, apodados “biorrobots”, accedió al techo del reactor para retirar manualmente restos de grafito. En cuestión de segundos, recibieron una dosis de radiación letal equivalente a toda una vida.
El proceso de desmantelamiento de Chernóbil
En el año 2000, se clausuró definitivamente el último reactor de la planta. Desde entonces, se ejecutan tareas de desmantelamiento que incluyen la retirada del combustible nuclear y la descontaminación del suelo y agua circundantes.
El destino final del reactor número cuatro, cubierto por un nuevo sarcófago estructural instalado en 2016, aún está en análisis. El trabajo se desarrolla bajo la supervisión del Gobierno de Ucrania y la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA). La IAEA ha empleado el caso de Chernóbil para revisar y fortalecer las normas de seguridad nuclear, especialmente en reactores de tipo RBMK y VVR, frecuentes en Europa del Este y países de la antigua URSS.
Repercusiones culturales y alerta renovada
La serie “Chernobyl” de HBO, estrenada en 2019, reintrodujo el tema a nivel global. Uno de los relatos más conmovedores fue el del bombero Vasili Ignatenko y su esposa embarazada Lyudmila, basado en el libro “Voces de Chernóbil” de Svetlana Alexievich.
Ignatenko murió 17 días después de combatir el fuego, afectado por una exposición letal. Su esposa relató cómo su hija murió pocas horas después de nacer, con 28 roentgen en su hígado y lesiones cardíacas congénitas causadas por la radiación recibida durante la gestación.
Riesgos actuales en un contexto geopolítico complejo
La invasión de Rusia a Ucrania en 2022 reactivó preocupaciones sobre la seguridad de instalaciones nucleares en zonas de conflicto. La región de Chernóbil fue brevemente ocupada por tropas rusas, lo que encendió las alertas sobre un posible accidente intencional o accidental.
Diversas organizaciones internacionales continúan monitoreando la zona, reforzando medidas de seguridad y evaluando impactos actuales en la salud y el medio ambiente.
Conclusión
Chernóbil representa uno de los accidentes nucleares más devastadores de la historia. A pesar del tiempo transcurrido, sus efectos sanitarios, ambientales y sociales permanecen activos. La vigilancia internacional, el desmantelamiento de la planta y la memoria histórica siguen siendo elementos clave para evitar que una tragedia similar vuelva a repetirse. (10).