André el Gigante: la vida del ícono que conquistó la lucha libre

André el Gigante, ícono de la lucha libre y estrella de La princesa prometida, marcó la cultura pop con su imponente presencia y humanidad. Nacido en Francia en 1946, su gigantismo, causado por la acromegalia, lo convirtió en una leyenda, pero también le trajo problemas de salud.

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En los años 70 y 80, André trabajó con varias promociones de lucha, pero su impacto en la WWE fue incomparable.
En los años 70 y 80, André trabajó con varias promociones de lucha, pero su impacto en la WWE fue incomparable.
En los años 70 y 80, André trabajó con varias promociones de lucha, pero su impacto en la WWE fue incomparable.
En los años 70 y 80, André trabajó con varias promociones de lucha, pero su impacto en la WWE fue incomparable.

Redacción

Redacción ED.

André Roussimoff, conocido mundialmente como André el Gigante, falleció en 1993, pero su legado como luchador y actor sigue vivo. Nacido en Grenoble, Francia, en 1946, este ícono de la lucha libre y estrella de La princesa prometida se convirtió en una celebridad internacional gracias a su gigantismo, resultado de la acromegalia, un trastorno que marcó su vida y carrera. Con 2,24 metros de altura y 236 kilos, dominó la lucha profesional estadounidense durante una década y dejó una huella imborrable en la cultura pop.

Roussimoff vivió una infancia normal hasta que, en la adolescencia, la acromegalia, causada por una producción excesiva de hormona del crecimiento, según la Clínica Mayo, transformó su cuerpo. Este trastorno, que provoca un aumento anormal de estatura y crecimiento óseo, lo llevó a pesar 272 kilos en su punto álgido. “Era un bebé precioso, normal”, recordó su hermano mayor, Antoine, en el documental de HBO André el Gigante. Su condición, aunque lo convirtió en una figura única, también le causó problemas de salud crónicos, exacerbados por los rigores de la lucha libre.

André el Gigante y sus enfrentamientos

En el ring, André el Gigante era imponente. Su enfrentamiento con Hulk Hogan en 1980, cuando Hogan era el “villano” y André el “héroe”, marcó una era en la lucha profesional. Aunque Hogan rara vez lo venció en sus primeros encuentros, la rivalidad se convirtió en un hito, especialmente en la WWE, donde André fue el primer integrante del Salón de la Fama en 1993, meses después de su muerte en París, tras asistir al funeral de su padre. Según Benjamin Brown, archivista de la WWE, André era conocido como “Jefe”, un apodo que reflejaba el respeto que inspiraba.

Más allá del ring, André brilló en La princesa prometida (1987), donde su papel como Fezzik mostró su calidez y humanidad. Cary Elwes, su compañero de reparto, relató anécdotas que ilustran su personalidad. En una ocasión, mientras bebían en Nueva York tras el rodaje, Elwes notó que un agente de policía los seguía. André explicó que el agente estaba asignado para evitar incidentes, ya que su tamaño podía causar accidentes, como caídas en público, algo que ya había ocurrido. Estas historias, junto con su capacidad para consumir 100 cervezas en un día, según amigos, construyeron su mito.

El dolor de su gigantismo

Nacido de padres inmigrantes búlgaro y polaco, André encontró en la lucha libre un escenario para su talento. Su tenacidad y carisma lo llevaron a enfrentarse a figuras como Arnold Schwarzenegger en la pantalla grande, donde su estatura lo hacía destacar. Sin embargo, su gigantismo también trajo dolor crónico, agravado por los golpes en el ring. A diferencia de otros luchadores, su tamaño magnificaba las lesiones, lo que limitó su longevidad en el deporte.

En los años 70 y 80, André trabajó con varias promociones de lucha, pero su impacto en la WWE fue incomparable. Su presencia ayudó a popularizar la lucha libre en Estados Unidos, especialmente durante su apogeo en los 80. En 1960, cuando aún era un joven luchador, su tamaño ya lo hacía una atracción en Europa y Japón. Para los 80, su rivalidad con Hogan, que eventualmente cambió roles de “héroe” a “villano”, atrajo a millones de espectadores.

La personalidad y su corazón

El legado de André trasciende el entretenimiento. Su humanidad, reflejada en gestos como su amabilidad con compañeros y fans, lo convirtió en un símbolo de resiliencia. En 2025, su historia sigue inspirando, con documentales y homenajes que destacan su vida más allá del ring. La acromegalia, que definió su físico, también acortó su vida, pero no su impacto. Como dijo Brown, “André era un gigante en todos los sentidos, no solo por su tamaño, sino por su corazón”. (10)

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