Julia «Butterfly» Hill, una activista ambiental, vivió 738 días en la cima de una secuoya milenaria de 55 metros de altura, bautizada como «Luna», para impedir su tala por una empresa maderera. Desde el 10 de diciembre de 1997 hasta el 18 de diciembre de 1999, Hill soportó tormentas, frío extremo y aislamiento en una plataforma de dos metros por uno y medio en el condado de Humboldt, California.
Su protesta, considerada la ocupación de árboles más prolongada registrada, culminó con un acuerdo que salvó el árbol y un área circundante de 12.000 metros cuadrados. Hill, apodada «Butterfly» desde los siete años, se unió a un grupo de activistas en Humboldt que luchaba contra la deforestación de secuoyas, árboles nativos de California que pueden alcanzar 75 metros de altura y vivir miles de años.
Julia Hill se ofreció como voluntaria
Al inicio de su activismo, Hill descubrió que el 97% de los bosques de secuoyas milenarias habían sido destruidos desde la colonización occidental. Movida por esta realidad, se ofreció como voluntaria para la ocupación del árbol, esperando una acción de semanas. Sin embargo, su compromiso se extendió por más de dos años.
El ascenso a «Luna» no fue sencillo. A 25 metros de altura, Hill enfrentó un momento de pánico al mirar hacia abajo, pero continuó, guiada por su determinación. Su hogar era una plataforma del tamaño de una cama sencilla, cubierta por una lona de plástico. Sobrevivió con comida enviada por cuerdas, un saco de dormir y un teléfono solar para entrevistas.
Las condiciones climáticas fueron su mayor desafío: tormentas con vientos de 150 km/h, lluvia congelada, granizo y nieve destruyeron su refugio, dejándola expuesta. Hill sufrió congelación severa, incapaz de secarse durante semanas, pero persistió. La empresa maderera intentó forzarla a bajar cortando sus suministros, usando bocinas a alto volumen y otras tácticas. A pesar de momentos de desesperación, donde confesó haber llorado en posición fetal, Hill encontró motivación en pequeños eventos, como la visita de un oso o la belleza de la niebla al amanecer.
La atención mundial por la activista
«Cada vez que sentía que no podía más, algo me decía que aguantara un momento más», relató a la BBC. Su acción atrajo atención nacional e internacional, inspirando canciones y cobertura mediática. En 1999, Hill y otros activistas recaudaron 50.000 dólares para pagar a la maderera, asegurando la protección de «Luna» y su entorno. El 18 de diciembre, Hill descendió entre lágrimas, abrumada por la emoción de tocar tierra tras 738 días. «No caí por debilidad muscular, sino por la intensidad de las emociones», explicó.
Un año después, en 2000, «Luna» sufrió un ataque vandálico: un corte de 80 cm en su tronco. Especialistas lograron estabilizar el árbol, que sigue en pie. En 2002, Hill fue deportada de Ecuador, donde había participado en una protesta contra los planes de la petrolera Occidental de construir un oleoducto que atravesaría territorios indígenas.
La fundación de Hill
Hill, ahora de 51 años y residente en Zihuatanejo, México, visita «Luna» dos veces al año para verificar su estado. Su activismo continúa a través de la Circle of Life Foundation, que promueve la sostenibilidad, y en charlas, talleres y proyectos cinematográficos como Above All Else (2014).
La ocupación de árboles, iniciada en California en los años 70, se consolidó como una forma de protesta ambiental. Hill, autora de El legado de Luna, ha inspirado movimientos globales. Su historia, reflejada en documentales y referencias culturales como Los Simpson, subraya la importancia de proteger los bosques. «Nada sucede en un vacío; es imposible no tener impacto», afirmó Hill, destacando el legado de su acción para las secuoyas y el medio ambiente. (10)