Un equipo de científicos de la organización Galápagos Conservancy, en colaboración con la Dirección del Parque Nacional Galápagos hizo el primer censo poblacional integral de tortugas gigantes en el sur de la isla Isabela, en Ecuador. La investigación, que se extendió por un año, culminó con el hallazgo de un total de 4.607 tortugas de dos especies, Chelonoidis vicina y Chelonoidis guntheri, proporcionando información crucial para su conservación.
Un viaje a las Islas Encantadas: El hábitat de la tortuga gigante
Las Islas Galápagos, un archipiélago único en el océano Pacífico, son conocidas por su rica biodiversidad endémica. Gracias a su aislamiento, la fauna se ha desarrollado de manera excepcional. Las tortugas, iguanas y leones marinos, entre otros, han evolucionado sin la presencia de depredadores significativos.
Sin embargo, este ecosistema no es inmune a las amenazas globales, como el cambio climático, las especies invasoras y el impacto del turismo. Ante estos desafíos, los esfuerzos de conservación en este paraíso natural son constantes, y la última iniciativa se ha centrado en el monitoreo de la emblemática tortuga gigante.
Las tortugas gigantes han fascinado a la comunidad científica por su gran tamaño y su longevidad, y en Galápagos existen al menos 10 especies, aunque muchas de ellas se encuentran en peligro de extinción. Su supervivencia depende de programas de reproducción en cautiverio y de la conservación de sus hábitats naturales. Específicamente, en la Isla Isabela, el censo se llevó a cabo en la zona sur, un área de difícil acceso ubicada entre los volcanes Cerro Azul y Sierra Negra.
Resultados del censo y hallazgos clave
Durante un año de expediciones, los investigadores no solo lograron localizar y censar a los animales, sino que también obtuvieron una visión detallada del estado de conservación de los ecosistemas donde habitan. Los resultados del censo confirman la existencia de 4.146 tortugas de la especie C. vicina y 461 de la especie C. guntheri. Estos números representan un gran avance en el conocimiento sobre la población de estos reptiles.
Washington Tapia, director general de Galápagos Conservancy, ha destacado que esta información es fundamental para desarrollar acciones concretas de conservación, especialmente para proteger a las crías de las tortugas, cuyos huevos a menudo son devorados por especies invasoras. El censo marca un hito y se considera un caso de éxito para la preservación de animales endémicos y esenciales para el ecosistema, como lo es la tortuga gigante, señala en un artículo en 2024 en National Geographic.
Un vistazo a la vida de un ícono de Galápagos
La tortuga gigante de Galápagos es una de las especies más icónicas del archipiélago. Estos reptiles pueden llegar a pesar hasta 550 libras y vivir hasta 150 años, convirtiéndose en uno de los vertebrados más grandes y longevos del planeta. Aunque hoy en día solo se encuentran en Galápagos y en el archipiélago africano de Seychelles, en el pasado poblaron gran parte del mundo.
De las 14 o 15 especies originales que habitaron Galápagos, 11 aún sobreviven. Estas se dividen en dos grupos: las de caparazón en forma de silla de montar y las de caparazón abovedado. Las de caparazón de silla de montar, con sus cuellos y extremidades largas, se encuentran en las islas más secas, donde deben alcanzar alimentos en plantas altas como los cactus. Por el contrario, las de caparazón abovedado habitan las islas más húmedas y grandes, donde la vegetación es más abundante a nivel del suelo.
La tortuga descansa 16 horas
La vida de la tortuga gigante se caracteriza por un ritmo lento. Pasan aproximadamente 16 horas al día descansando y gran parte del tiempo restante, calientan sus cuerpos de sangre fría bajo el sol. A pesar de su ritmo pausado (viajan a una velocidad de 0,2 millas por hora), se sabe que pueden recorrer distancias de hasta 8 millas en pocos días, especialmente cuando se desplazan a zonas de anidación.
Además, estas tortugas han desarrollado una relación mutuamente beneficiosa con las aves de Galápagos. A menudo se puede ver a pinzones y atrapamoscas posados sobre sus caparazones, alimentándose de las garrapatas que se esconden en los pliegues de su piel.
Este comportamiento, en el que la tortuga extiende su cuello y extremidades para facilitar el acceso de las aves, es un ejemplo notable de la interacción biológica única que se encuentra en este archipiélago. (10).