En pocos días inician las clases presenciales en las instituciones educativas de la región Costa, y Jairo Castro tiene expectativas de recuperarse económicamente.

Él posee una buseta de transporte escolar y cuenta que durante los dos últimos años estuvo en graves apuros económicos.
Este era su único ingreso, pero a raíz de la pandemia por el COVID-19 se suspendieron las clases.
“El primer año fue el más complicado, porque se suspendió todo. No podíamos circular, pero muchos de nosotros debemos los carros. No había trabajo y por lo tanto no se podía cumplir con los pagos mensuales”, contó.
A mediados del 2021 empezó a hacer fletes a ciudades cercanas como Montecristi, Jaramijó y Portoviejo, pero era algo que no se daba siempre.
A finales del 2021 ingresó su documentación a una empresa de insumos eléctricos, y lo aceptaron para hacer recorridos al personal.
Él considera que el trabajo es bueno, pero espera las clases, ya que aquello le deja mayor rentabilidad.
Antes de la pandemia, esta actividad le dejaba ganancias y también le permitía cumplir con las cuotas de pago.
Afirmó que no dejará el trabajo con la empresa privada y que continuará con los recorridos escolares también.
Su vehículo tiene capacidad para 14 pasajeros. Como promedio, cada recorrido escolar oscila entre los 40 y 50 dólares mensuales, aunque aquello depende de varios factores, entre ellos la distancia.

> Retos.  Holger Moreira, quien también es dueño de una furgoneta, considera que el regreso a clases será un reto económico para ellos, y explicó que la principal razón es que cuando se dejó de trabajar por la pandemia el precio del galón de la gasolina ecopaís era de 1,85 dólares, pero en la actualidad se encuentra en 2,55, es decir, 70 centavos más.
Él recuerda que llenar el tanque de su buseta para tres días de trabajo antes de la pandemia le representaba aproximadamente 30 dólares, pero que con el precio actual la misma tanqueada, para el mismo periodo de tiempo, le costará alrededor de 40.
No descarta vender dicho vehículo y comprar uno a diésel, ya que este combustible es más barato en relación a la gasolina: cada galón cuesta 1,90 dólares.
“He conversado con varios de mis clientes, y tres de ellos me han dicho que los niños irían solo tres días a la semana a clases presenciales y que los otros dos días serán de manera virtual. Eso es pérdida, y toca buscar otras maneras de ganar dinero”, dijo.
Moreira contó que al menos por el último año le ha tocado fletar su vehículo para viajes a otras provincias, y también, al igual que otros de sus compañeros, realizar recorridos al personal de grandes empresas, especialmente a las procesadoras de pescado y sus derivados.
Según un informe de diario El Universo, a raíz de la pandemia 2.480 personas dedicadas a la transportación escolar dejaron de trabajar en todo el país por distintas razones, indicaron dirigentes de la Federación de Transporte Escolar e Institucional del Ecuador (Fenatei).
Ahí se incluía personas que venderían sus unidades o las emplearían en otros servicios, como llevar productos y comercializarlos. En 2020 eran 13.980 y quedaron aproximadamente 11.500.  
Quito, Guayaquil, Ibarra, Santo Domingo, Cuenca, Loja y Portoviejo fueron las ciudades más afectadas.

> Mejoras. Transportistas como Gonzalo Rodríguez contaron que para retomar los recorridos escolares deben colocar señales en las unidades, dispensadores de alcohol o gel desinfectante y portar mascarillas, además de realizar chequeos mecánicos al vehículo para poder operar.
Él espera que el retorno a clases sea beneficioso para los transportistas, pero agregó que ha mantenido conversaciones con sus últimos clientes, quienes le han pedido rebajas para los recorridos.
“El precio depende de la distancia. Por ejemplo, desde el colegio Juan Montalvo, en la universidad, hasta el barrio San Pedro se cobra entre 40 y 45 dólares mensuales. Habrá recorridos más lejanos y otros más cerca”, dijo.
Él se encuentra positivo y expectante de que con el retorno a clases la economía se dinamizará totalmente, ya que aquello permite que el comercio se mueva aún más en las tiendas, bares, locales cercanos a las instituciones educativas y el transporte como tal.
Gema Cabrera, madre de familia de dos menores, afirmó que hasta antes de la pandemia utilizaba los expresos escolares para sus hijas, pero que a partir de este año le pagará a un vecino para que lo haga.
“Solo por mi hija mayor la buseta me cobraba 50 dólares, pero este año mi otro hijo también va a estudiar, y por los dos mi vecino me cobrará los mismos 50”, contó.