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Todos los días trabaja como albañil, pero antes de eso estuvo en las filas de la delincuencia.

Las manos de Juan (nombre protegido) antes empuñaban un arma, pero ahora sostiene una pala en su trabajo como albañil.

Cuenta que alguna vez, sin saber bien cómo llegó, se vio dentro de las filas de una banda dedicada al crimen organizado, en la que permaneció varios años.

Ese era su secreto ante su familia y para evitar las sospechas, de vez en cuando trabajaba en albañilería.

Él hace memoria y cree que tuvo suerte. O alguna divinidad le dio una oportunidad para cambiar de vida.

Algo que algunos de sus conocidos, que también pertenecían a la banda, no pudieron hacer.

Dejó su oscuro pasado y ahora es albañil

Pero no fue el miedo a la muerte lo que hizo que Juan rompa filas y se salga del mundo criminal.

Fue el amor. El amor de una pareja y de una nueva vida que se gestaba en el vientre de su esposa.

Fue un momento de reflexión, mirando el embarazo de su mujer, que se sintió triste al pensar que por la vida que llevaba no podría ver crecer a su hijo.

Juan está seguro que ese fue el momento en que se convenció que tendría que cambiar de vida.

No fue tan difícil porque un familiar era el líder de la organización.

Y así, debido a que solo terminó el colegio, sólo le quedaba el camino de dedicarse a la construcción.

Cada día, entre el esfuerzo que representa trabajar en esta área, se convence que es la única manera de proteger a su familia.

Dice que sueña con salir a la calle tomado de la mano de su hijo y de su esposa y que nadie rompa ese lazo, porque él ya no delinque.

Porque él ya no sostiene un arma, sino una pala para ganarse la vida y construir un futuro para su hijo que tiene dos meses de nacido.