El crimen organizado ha invadido Ecuador y, junto a ello, también han llegado sus “santos”.
Las figuras de adoración de los delincuentes van desde santos católicos, como san Judas Tadeo; imágenes que evocan a la santería o magia negra, como la Santa Muerte; y hasta bandidos extintos que han pasado a ser “endiosados”, como Jesús Malverde.
Días atrás, la Policía encontró y destruyó un enorme monigote alusivo a alias ‘Bob Marley’, un supuesto brujo y cabecilla de una banda, alrededor del cual se realizaban rituales previo a la ejecución de masacres en el norte de Durán, en la provincia de Guayas.
“Alias ‘Bob Marley’ es el líder del grupo delictivo del sector y un brujo encargado de realizar actos satánicos.
Los delincuentes venían aquí a ‘curarse’, como ellos dicen, para salir avantes en sus actividades ilícitas o antes de salir a cometer masacres”, dijo Roberto Santamaría, jefe de Policía de Durán.
Pero este no es el primer hallazgo de este tipo que se registra en lo que va del año.
En enero pasado, las autoridades encontraron un altar de adoración a la Santa Muerte durante un allanamiento en el sitio Pachinche, de Portoviejo. Se hallaron botellas de whisky, monedas y billetes como ofrendas.
En marzo, en la cárcel de Jipijapa se descubrió un altar similar, durante una intervención del Bloque de Seguridad.
Parte de la espiritualidad
El sociólogo Carlos Zambrano explica que la creación de este tipo de cultos es parte de la espiritualidad del ser humano y hace que las personas desarrollen un sentido de pertenencia dentro de un grupo, sea bueno o malo.
“El ser humano busca en qué creer, tanto malo o perverso, o sea aparentemente bueno, porque su espiritualidad está ahí. Esa espiritualidad busca de alguna manera llenarse de algo saludable, buenos valores, pero también se puede llenar de mucha maldad”, explicó.
Añadió que los grupos delictivos tienen la necesidad de crear sus propias reglas o normas, en las que se reflejan los conceptos que los unen como grupo.
“Ellos saben perfectamente que de ahí no van a salir, por eso se tatúan y obedecen. Por eso tienen también un santo que los protege, porque hay la concepción de un más allá. Ellos saben que no van a vivir tanto y apelan a la redención”, expresó.
El también sociólogo Jimmy Gutiérrez expresó que “las bandas criminales a menudo recurren a figuras religiosas para pedir protección y éxito en sus actividades delictivas”.
“Santos como Jesús Malverde en México o la Santa Muerte en otras regiones, son ejemplos de entidades a las que se les rinde culto con la creencia de que ofrecen seguridad contra enemigos o autoridades. En Ecuador, estos cultos podrían estar evolucionando de forma similar, fusionando creencias populares con prácticas locales”, explicó.
Santamaría precisó que se trata de expresiones de ‘narcocultura’ para reforzar el sentido de pertenencia hacia una organización y atraer a nuevos miembros.
“Con estos rituales se crea la leyenda urbana de que los ‘curados’ son supuestamente invulnerables a las balas y con eso se comienza a reclutar a menores de edad”, dijo.
Origen de la adoración a estos ‘santos’
La devoción a estos “santos” surge del sincretismo entre las creencias católicas tradicionales y elementos de la espiritualidad prehispánica.
“La Santa Muerte, en particular, la veneran personas que sienten que las instituciones religiosas oficiales no los representan o no los protegen, especialmente en contextos de vulnerabilidad social.
La práctica de adorar figuras religiosas o santos no oficiales en bandas criminales está influenciada por diversas tradiciones religiosas y socioculturales de América Latina”, dijo Gutiérrez.
Zambrano recordó que el realismo mágico es propio de la región. Es decir, que “en nuestros pueblos hay una predisposición a combinar la fantasía y la realidad. Esa costumbre está enraizada, entonces lo que hacen estos grupos es interpretar la realidad en base a sus creencias y normas”.