Porque leí la noticia, llamó mi atención y me pregunto quién o quiénes asesoraron al presidente Daniel Noboa para que exteriorice que nuestros policías y militares son los más aptos para el manejo de las cárceles de Ecuador.
¿Acaso existe en sus filas personal preparado para llevar a cabo una auténtica rehabilitación de los internos, presos o PPL, como los quieran llamar? Da lo mismo, el orden de los factores no altera el producto.
También me pregunto quién o quiénes asesoraron al presidente Correa y a su ministro Jalk para que construyeran dentro de la Penitenciaría en Guayaquil varios pabellones numerados para encerrar a miles de seres que cometieron delitos y repartirlos entre las diferentes bandas, para que estén muy cerca entre ellas y se produzcan lo que ya conocemos: la invasión y ataque de un pabellón a otro y, por supuesto, la muerte de cientos de detenidos.
¿Saben ustedes que, en los días de visitas a los privados de su libertad, la Penitenciaría del Litoral —como siempre se llamó, construida en la década de los 60 en el gobierno de Velasco Ibarra— se convierte en la parroquia rural más poblada de Ecuador, con decenas de miles de personas en su interior? Es inmanejable e incontrolable. La seguridad, totalmente ausente. Solo las órdenes de los jefes de los grupos (como caporales) sirven para que no se toque ni moleste a ninguna visita.
Ahora la corriente es la construcción y manejo de cárceles que no superen los 400 detenidos o PPL, porque así se administran mejor, se educa mejor, se trabaja mejor y se puede pensar en una auténtica rehabilitación para evitar la reincidencia. Que se instalen en estos centros lo que conocemos como maquila, para que los internos trabajen y tengan sus ingresos, y ayuden a sus familias y no al contrario, como ahora, en que los familiares los auxilian y mantienen. Para esto es necesario e imprescindible la presencia y apoyo de la empresa privada.
Entonces, que se estudie para que nuestro país cuente con una red de centros de rehabilitación estratégicamente ubicados en todo el territorio nacional. ¿Cómo es posible que el distrito más peligroso, conformado por Manta, Montecristi y Jaramijó, no cuente con su centro de rehabilitación y haya que enviarlos a El Rodeo, a Jipijapa, a Guayaquil y muy pocos a Bahía, porque esta última siempre está llena, con sus 300 internos aproximadamente, y es quizá en la que históricamente se producen menos desmanes o fugas, y sus internos trabajan en sus talleres, y sus cientos de hamacas tejidas con sus manos y paciencia se venden en diferentes lugares del país? Los ingresos por las ventas son recogidos por sus madres e hijos. Este es uno de los hermosos caminos a seguir.
La Biblia, en Mateo 25:36, Jesucristo nos sentencia: “Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos”.