Tatiana Saavedra miraba por la ventana de su casa en Hialeah, Florida (Estados Unidos), mientras el huracán Irma pasaba cerca en septiembre de 2017. “No hay inundación, siquiera unos centímetros de lluvia y un árbol caído”, reportaba sorprendida a sus familiares y al mundo.
Para esta periodista de profesión, nacida en una ciudad como Guayaquil, y acostumbrada más a lluvias torrenciales que a vientos catastróficos, vivir un huracán era una experiencia completamente nueva.
Tatiana, como muchos ecuatorianos que migran a Florida, tuvo que cambiar la clásica mochila antisismo, esa que se arma en Ecuador por prevención ante terremotos, por algo muy distinto: un kit para huracanes.
Del sismo a los huracanes: un giro cultural
En Ecuador, la amenaza más recordada sigue siendo la sísmica. Todos crecimos escuchando que hay que tener lista una mochila con agua, linterna, alimentos no perecibles, documentos y medicinas. Pero en Florida, la historia es distinta.
Aquí, la temporada de huracanes comienza el 1 de junio y termina el 30 de noviembre, y cada año se publican listas de posibles nombres de tormentas y huracanes que podrían azotar la región.
En 2017, por ejemplo, tocaron tierra Irma, Jose y Maria. Este año, según el pronóstico, podrían llegar tormentas llamadas Alberto, Beryl, Chris, Debby, entre otras.
Para la comunidad ecuatoriana recién llegada, aprender estos nombres y seguir su trayectoria se vuelve parte de la rutina informativa.
Lo que debe contener un kit de huracanes

El cambio no es solo mental: es práctico. El kit de huracanes recomendado por las autoridades locales incluye:
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Agua potable para al menos tres días.
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Alimentos no perecibles y fáciles de preparar.
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Radio a baterías o de manivela.
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Linternas y baterías extra.
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Botiquín de primeros auxilios.
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Copias de documentos importantes en bolsas plásticas.
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Dinero en efectivo.
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Cargadores portátiles para celulares.
A diferencia de la mochila antisismo que se guarda cerca de la puerta, el kit de huracanes suele estar más disperso: botellones de agua, comida extra en la despensa, linternas en varios puntos de la casa, y siempre combustible en el tanque del auto.
No necesitas hacerlo todo tú solo. Hay organizaciones que proporcionan kits completos o ayudan con alimentos y guías. Lo ideal es contactarlas temprano en temporada (antes o al inicio de junio), ver si aplicas como beneficiario o voluntario, y complementar lo que te falta con tu propio kit casero si necesitas más abastecimiento.
La fuerza de Coriolis: el motor de los huracanes
La fuerza de Coriolis es el fenómeno que provoca que los vientos se desvíen hacia la derecha en el hemisferio norte y hacia la izquierda en el sur, debido a la rotación de la Tierra. Esta desviación es lo que permite que los vientos giren en espiral alrededor de un centro de baja presión, formando así la estructura clásica de un huracán, con su ojo en el centro y bandas nubosas rotando a su alrededor.
Sin embargo, cerca del Ecuador, la fuerza de Coriolis prácticamente desaparece, por lo que los vientos no logran organizarse en ese movimiento circular. Aunque en esa zona hay condiciones de calor y humedad que podrían favorecer la formación de tormentas, la falta de rotación impide que se desarrollen huracanes. Por eso, en países como Ecuador, los ciclones tropicales no se forman ni cruzan, y el riesgo de huracanes es prácticamente nulo.
La página ABC Del Inconmesurable compartió imágenes que muestran tormentas tropicales y huracanes entre los años 1948–2013. Ninguno impactó la mitad del mundo.
Lecciones que deja Irma
#Migrantes | Ecuatorianos en Florida (EE.UU.) cambian la mochila de emergencia ante sismos por un kit para enfrentar huracanes ► https://t.co/mfHnv66Dmu pic.twitter.com/7DCietJW01
— El Diario – Manabita (@eldiarioec) July 15, 2025
Tras el paso del huracán Irma por Florida (Estados Unidos) en septiembre de 2017, muchos ecuatorianos entendieron que, más allá del miedo, la clave está en la preparación. Tatiana Saavedra recuerda que la ciudad quedó casi intacta donde vivía, pero que aprendió a respetar el poder del viento y a no subestimar las alertas.
Para quienes llegan de un país sísmico, la lección es clara: cada lugar tiene sus riesgos, y la prevención cambia de forma, pero nunca de fondo. De la mochila antisismo se pasa al kit de huracanes, y así se aprende a vivir con la naturaleza, en cualquier lugar del mundo. (36)