Comer de noche se ha convertido en un hábito común en la vida moderna, pero investigaciones recientes advierten sobre sus riesgos para la salud. Universidades reconocidas han estudiado cómo los horarios de alimentación desalineados con el ritmo circadiano afectan el metabolismo, incrementando la probabilidad de enfermedades crónicas.
Un desajuste con el reloj biológico
El cuerpo humano está regulado por ritmos circadianos que sincronizan procesos como la digestión con los ciclos de luz y oscuridad. Comer de noche, cuando el metabolismo es más lento, desajusta este reloj interno. Factores como horarios laborales nocturnos, estrés o hábitos sociales contribuyen a este patrón, según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Efectos: Obesidad, diabetes y más
Investigaciones de la Escuela de Medicina de Harvard muestran que comer de noche aumenta el hambre, reduce la quema de calorías y favorece el almacenamiento de grasa, elevando el riesgo de obesidad. Un estudio de la Universidad de Dokuz Eylul (Turquía) vincula las comidas nocturnas con hipertensión, mientras que la Universidad de Columbia señala un mayor riesgo de reflujo y trastornos del sueño. Además, el consumo nocturno excesivo puede elevar los niveles de glucosa, contribuyendo a la resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
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Evidencia científica sólida
Un experimento de Harvard con 16 participantes obesos demostró que comer cuatro horas más tarde altera las hormonas del apetito (leptina y grelina), promoviendo la adipogénesis. La UNAM reportó que trabajadores nocturnos que comen de noche desarrollan resistencia a la insulina. Asimismo, un estudio de la Sociedad Europea de Cardiología asoció las comidas tardías con presión arterial elevada, un factor de riesgo cardiovascular.
Recomendaciones para una alimentación saludable
- Adelanta la cena: Expertos como la Dra. Ebru Ozpelit recomiendan cenar antes de las 19:00 para alinear la digestión con el ritmo circadiano.
- Elige alimentos ligeros: Opta por comidas ricas en proteínas y bajas en grasas o azúcares, como yogur griego o frutas.
- Evita atracones: Planifica refrigerios saludables para controlar antojos nocturnos, según MIT Health.
- Mantén horarios regulares: Una rutina alimentaria consistente reduce el riesgo de desajustes metabólicos.
Comer de noche no solo afecta el peso, sino también la salud metabólica y cardiovascular. Ajustar los horarios y elegir alimentos saludables puede prevenir estos riesgos, respaldado por investigaciones de universidades de prestigio.