Para un pastel de pollo de 6 porciones se necesitan: 500 gramos de pechuga de pollo, dos tazas de harina de trigo, 100 gramos de mantequilla, un huevo, una cebolla mediana, dos zanahorias, una taza de guisantes, una taza de leche, dos tazas de caldo de pollo, sal y pimienta. Todos los ingredientes son fáciles de encontrar en supermercados locales.
La receta incluye una masa casera, pero también se puede usar masa de hojaldre comprada para ahorrar tiempo. El pollo debe estar cocido y desmenuzado antes de comenzar el armado del pastel.
Cinco pasos para preparar un pastel de pollo
Primero, para la masa, mezcle la harina con la mantequilla fría en cubos, añada el huevo y 3 cucharadas de agua helada. Amase hasta obtener una textura homogénea, forme una bola y deje reposar en el refrigerador por 30 minutos. Mientras tanto, cocine las zanahorias y los guisantes en agua hirviendo durante 10 minutos, luego escúrralos.
En una sartén, sofría la cebolla picada finamente con una cucharada de mantequilla por 5 minutos, añada el pollo desmenuzado, las verduras cocidas, el caldo de pollo y la leche. Cocine a fuego medio durante 15 minutos hasta que espese, sazonando con sal y pimienta al gusto.
Armado y horneado del pastel
Divida la masa en dos partes: una para la base y otra para la tapa. Estire la primera parte con un rodillo y forre un molde para horno de 25 cm de diámetro. Vierta el relleno de pollo y verduras, asegurándose de que esté uniforme. Cubra con la segunda parte de la masa, selle los bordes y haga pequeños cortes en la superficie para permitir la salida de vapor.
Precaliente el horno a 180°C y hornee el pastel durante 35 minutos, o hasta que la masa esté dorada. Deje enfriar por 10 minutos antes de servir para que el relleno se asiente.
Preparar un pastel de pollo en casa es una tarea accesible que combina ingredientes simples con pasos claros. Este plato es ideal para reuniones familiares o cenas especiales.
Origen de este delicioso platillo
El pastel de pollo tiene raíces en la Europa medieval, específicamente en Inglaterra, donde las empanadas de carne eran comunes desde el siglo XII. Estas recetas, conocidas como “pies”, combinaban carnes con masas gruesas para preservar los alimentos.
En el siglo XVI, los colonos británicos llevaron esta tradición a América, adaptándola con ingredientes locales como el pollo, que era más accesible. Para el siglo XIX, el “chicken pot pie” se popularizó en Estados Unidos, incorporando vegetales como zanahorias y guisantes. La receta moderna, con una masa hojaldrada y un relleno cremoso, se consolidó en el siglo XX.