“Yo de cáncer no voy a morir”: el testimonio de un pescador manabita que desafía el diagnóstico

José González, de 73 años, pescador y armador de Jaramijó y residente en Manta, enfrenta un cáncer óseo terminal con medicina natural, fe cristiana y el apoyo de su familia.
José González, de 73 años, pescador y armador de Jaramijó y residente en Manta, enfrenta un cáncer óseo terminal con medicina natural, fe cristiana y el apoyo de su familia.
José González, de 73 años, pescador y armador de Jaramijó y residente en Manta, enfrenta un cáncer óseo terminal con medicina natural, fe cristiana y el apoyo de su familia.
José González, de 73 años, pescador y armador de Jaramijó y residente en Manta, enfrenta un cáncer óseo terminal con medicina natural, fe cristiana y el apoyo de su familia.
José González, de 73 años, pescador y armador de Jaramijó y residente en Manta, enfrenta un cáncer óseo terminal con medicina natural, fe cristiana y el apoyo de su familia.

Carlos Delgado

Redacción ED.

Carlos Delgado

Redacción ED.

Nacido en Jaramijó, el 11 de marzo de 1977, Licenciado en Ciencias de la Comunicación, especialida... Ver más

José Gonzálezcapitán de pesca y armador pesquero, fue diagnosticado con cáncer óseo con metástasis en 2023 en Manta, Ecuador. Tras recibir un pronóstico desfavorable, decidió complementar su tratamiento médico con remedios naturales y una profunda renovación espiritual. Hoy, casi dos años después, asegura sentirse recuperado y mantiene firme su voluntad de vivir.

De los barcos al diagnóstico

José González tiene 73 años, cinco hijos y una vida dedicada al mar. Inició en la pesca con artes de trasmallo y palangre menor, capturando especies como pargo, corvina y murico. Llegó a ser armador de tres embarcaciones, pero las dificultades económicas lo obligaron a vender los barcos para cubrir deudas. En total, pasó 48 años navegando en el océano Pacífico.

En 2023, González fue diagnosticado con un cáncer óseo metastásico. El diagnóstico, confirmado por una biopsia en Solca, fue recibido primero por sus hijos. “Yo ya me imaginaba lo que era. Cuando los vi llegar con los ojos hinchados, les dije: ya sé lo que tengo, no lloren”, relata. Desde entonces, comenzó un proceso de aceptación y lucha.

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En Manta con remedios caseros y medicina natural

González atribuye parte de su mejoría a tratamientos naturales que ha seguido de forma constante durante casi dos años. Uno de los principales es el mate medicinal, una preparación artesanal que incluye hojas de guanábana, manzanilla, cogollo de guayaba, achicoria y otros componentes cocidos por más de 12 horas.

Además, toma calostra, un derivado lácteo que consigue en la parroquia Olmedo, y otras infusiones como nopal con sábila y llantén. Todo lo consume en ayunas y al atardecer. “Yo me tomo cuatro cosas en la mañana. La calostra en la tarde con una copa de mate”, explica.

Recientemente, se realizó un nuevo examen óseo. “Gracias a Dios, ha disminuido como un 40% la metástasis”, asegura. Aunque no cuenta con un tratamiento oncológico sistemático, mantiene visitas médicas de seguimiento y cree firmemente en el poder de la medicina alternativa.

José González, muestra uno de los ingredientes que utiliza para su recuperación.
José González, muestra uno de los ingredientes que utiliza para su recuperación.

“Yo no voy a morir de cáncer”

El proceso no ha sido fácil. Durante los primeros meses tras el diagnóstico, perdió la movilidad y necesitó silla de ruedas. “Yo gritaba, me desesperaba”, recuerda. Sin embargo, con el apoyo familiar y su fe en Dios, recuperó energías. “Me confesé tres veces. Cambió mi vida totalmente”.

José afirma: “Yo no tengo nada. Yo me voy a curar. Si me muero, será de otra cosa, pero no de cáncer”. Para mantenerse activo, ha creado un huerto en su patio, en su domicilio en la vía a El Palmar en Manta, donde cultiva plátano, yuca, papaya y una planta llamada yince, conocida popularmente por sus propiedades antitumorales.

Sus días los pasa entre el cuidado del jardín, la preparación de remedios y la música. “Aquí pongo música, bailo, canto”, cuenta con serenidad. Su entorno cercano también ha cambiado. Familiares y amigos le han ofrecido apoyo emocional, visitas, flores y hasta agasajos en casa.

Una vida forjada en el mar

González nació en Jaramijó, hijo de Fortunato González y nieto de un migrante peruano llamado Luis Abraham González Salazar. Aprendió desde joven el valor del trabajo y la honradez. “Nuestros padres nos enseñaron buena costumbre”, afirma.

En su carrera en el sector pesquero comenzó como peón y más adelante logró tener su propia microempresa. “Nos metimos en la mente que teníamos que tener nuestras cosas”, recuerda. Sin embargo, la volatilidad del negocio pesquero en la región, sumada a deudas por accidentes y pérdidas de barcos, afectó su estabilidad económica.

Hoy, a pesar de las limitaciones físicas, sigue siendo un referente en su comunidad por su experiencia marítima y su actitud frente a la enfermedad.

Contexto: Cáncer en Ecuador y uso de medicina natural

Según el Registro Nacional de Tumores de Ecuador, los tipos de cáncer más comunes en hombres incluyen el de próstata, estómago y pulmón. El cáncer óseo con metástasis es menos frecuente pero de alta letalidad, y requiere tratamientos complejos, que pueden incluir quimioterapia, radioterapia o cuidados paliativos.

La medicina natural y los remedios caseros tienen un uso extendido en comunidades rurales y urbanas del país, especialmente ante barreras de acceso al sistema de salud pública. La fe religiosa también cumple un rol determinante en muchos procesos de recuperación, influenciada por el catolicismo y tradiciones populares.

Especialistas advierten sobre los riesgos de sustituir tratamientos médicos por fórmulas no científicas, pero reconocen que el acompañamiento emocional, la fe y el entorno positivo pueden ser factores que mejoran la calidad de vida del paciente.

“Gracias a Dios y a la fe, yo aquí estoy”

José González insiste en que su estado de salud ha mejorado por la combinación de plantas medicinales, actitud positiva y fe. Asegura que su vida cambió cuando decidió confiar plenamente en Dios y mantener su esperanza. “Yo aquí estoy ya recuperado gracias a Dios y a la fe que tengo”.

Con casi dos años desde el diagnóstico, afirma que su cuerpo ha respondido bien. “Si me muero, me muero de otra cosa, pero no hay cáncer”, dice convencido.

Mientras tanto, en su domicilio en la vía a El Palmar en Manta, su huerto sigue creciendo. “Pronto tengo cosecha”, dice entre sonrisas. Plátano, yuca, papaya… y vida.

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