El envejecimiento celular y los cambios químicos en la piel generan, desde los 30 años, la producción de 2-nonenal, un compuesto que modifica el olor corporal de forma perceptible, según estudios científicos publicados en revistas como PLOS ONE y Journal of Investigative Dermatology.

El compuesto 2-nonenal y el cambio en el olor corporal

El 2-nonenal es una sustancia que se forma naturalmente en la piel humana debido a la oxidación de lípidos que recubren la superficie cutánea. Este proceso es interno y progresivo, y no depende de factores externos como la higiene, el sudor o el uso de perfumes.

Investigaciones iniciadas en 2001, como el estudio del investigador Shinichiro Haze, confirmaron que las concentraciones de 2-nonenal aumentan a partir de los 40 años, aunque la producción puede comenzar desde los 30, tal como explicó el farmacéutico y divulgador Álvaro Fernández en sus recientes contenidos de divulgación científica.

Percepción del olor y su impacto social

Un estudio realizado en 2012 por el Monell Chemical Senses Center bajo la dirección de Susanna Mitro exploró cómo perciben los demás el olor asociado a este compuesto en personas mayores de 75 a 95 años. Los resultados mostraron que los olores de este grupo etario fueron catalogados como menos intensos y menos desagradables que los de adultos de mediana edad, contradiciendo la idea popular de que el cambio de olor corporal es negativo.

Esto sugiere que el fenómeno químico del 2-nonenal modifica el olor de la piel, pero no implica automáticamente una valoración negativa por parte de quienes lo perciben.

Soluciones y mitos sobre el “olor a viejo”

El olor derivado del 2-nonenal no desaparece con la limpieza habitual ni con el uso de colonias o desodorantes, dado que no se trata de suciedad o mal olor convencional. Sin embargo, existen productos cosméticos específicos que ayudan a neutralizar el compuesto o a reducir la oxidación de lípidos en la piel, lo que puede mitigar la intensidad del cambio en el olor corporal.

El propio Álvaro Fernández aclara que no es un fallo de la higiene ni de los desodorantes, sino una manifestación natural del envejecimiento, comparable a la aparición de canas o arrugas.

Un fenómeno natural y sin estigmas

Lejos de ser una “maldición”, el cambio en el olor corporal con la edad puede interpretarse como un reflejo químico de la madurez biológica. Como lo describió el divulgador, “el cuerpo, como el queso curado, evoluciona, pero no siempre para oler mejor”. Más que un olor negativo, podría considerarse un “olor sabio”, un síntoma de experiencia y tiempo vivido.