Los especialistas en salud y emergencias, entre ellos la Cruz Roja y la American Heart Association, recomiendan a las familias capacitarse en primeros auxilios básicos. Este conocimiento es vital y permite actuar de inmediato en casos de paro cardiorrespiratorio, hemorragias o atragantamientos. Dichas situaciones pueden presentarse en cualquier lugar y momento.
La importancia de estar preparados en casa
El Ministerio de Salud de varios países y organizaciones internacionales coinciden en que conocer técnicas de reanimación cardiopulmonar (RCP), control de hemorragias y maniobra de Heimlich puede salvar vidas.
En caso de paro cardiorrespiratorio, la recomendación es iniciar compresiones torácicas a un ritmo de 100 a 120 por minuto. Se recomienda una profundidad de 5 a 6 cm en adultos. Asimismo, se aconseja realizar cursos certificados de RCP para adquirir práctica real.
Las técnicas de control de hemorragias también son fundamentales. Se debe aplicar presión directa sobre la herida, elevar la extremidad y, si es necesario, recurrir a un torniquete improvisado. Disponer de un botiquín familiar con gasas, vendas y guantes es considerado esencial por los expertos.
Emergencias comunes en el hogar
El atragantamiento es otra de las emergencias más frecuentes. La maniobra de Heimlich consiste en aplicar compresiones abdominales rápidas hacia adentro y arriba. Este procedimiento varía entre adultos, niños y bebés. En este último caso, se recomiendan golpes suaves en la espalda y compresiones torácicas.
En cuanto a las quemaduras, se recomienda enfriar la zona con agua corriente fresca durante 10 a 15 minutos. Se debe cubrir con una gasa estéril, evitando aplicar pomadas o reventar ampollas.
Los especialistas insisten también en reconocer síntomas graves como infartos, accidentes cerebrovasculares o reacciones alérgicas severas, donde la llamada inmediata a los números de emergencia es la acción prioritaria.
Beneficios de la capacitación en primeros auxilios
De acuerdo con la Cruz Roja, el conocimiento de primeros auxilios permite salvar vidas, reducir complicaciones médicas, empoderar a las familias y actuar rápidamente en áreas remotas.
Además, capacitar a los niños en técnicas sencillas como llamar a emergencias o aplicar presión en una herida contribuye a generar hogares más seguros y preparados.
Los expertos recomiendan revisar el botiquín cada seis meses, practicar simulacros en familia y adaptar las medidas de prevención a los riesgos específicos de cada hogar.