El uso prolongado de pantallas en niños, desde teléfonos móviles hasta tabletas y televisores, está generando efectos negativos en su desarrollo cognitivo, social y emocional, según especialistas en psicología infantil. Estudios advierten que la exposición excesiva a dispositivos digitales puede alterar la atención, retrasar el lenguaje y reducir la tolerancia a la frustración, especialmente en menores de edad en etapas críticas de desarrollo. La psicóloga clínica Daniela Oviedo, junto con otros expertos, subraya la importancia de establecer estrategias parentales para mitigar estos riesgos y fomentar un uso equilibrado de la tecnología.
Impactos en el desarrollo infantil
Los niños nacidos en la era digital, rodeados de pantallas desde edades tempranas, enfrentan desafíos en su desarrollo cerebral. La exposición a videos cortos y altamente estimulantes, como los de plataformas como TikTok, satura el cerebro con estímulos rápidos, afectando la capacidad de atención sostenida. Según un estudio de la Red de Atención a las Adicciones (UNAD), el 18% de los adolescentes entre 14 y 18 años en España presentan problemas de ansiedad, insomnio y depresión relacionados con el uso excesivo de internet. En niños menores de 5 años, la sobreexposición se asocia con retrasos en el lenguaje, menor desarrollo cognitivo y dificultades en las funciones ejecutivas, de acuerdo con la neuropediatra Teresa Andrade del Grupo IHP.
“Los niños necesitan aburrirse para desarrollar su imaginación, un predictor clave de la inteligencia”, explica Oviedo. La constante estimulación de las pantallas limita la creatividad, ya que los menores consumen contenido sin interactuar activamente. Además, la falta de juego físico y social reduce las oportunidades de aprender a tolerar la frustración, una habilidad esencial para la vida adulta.
Consecuencias de la falta de control
Sin estrategias de control parental, el abuso de pantallas puede tener efectos a largo plazo. La Dra. Dominica Díez Marcet, psicóloga clínica de la Fundación Althaia, advierte que la sobreexposición en la primera infancia (0-6 años) afecta los procesos atencionales y emocionales. “Los niños sobreexpuestos tienen más irritabilidad y menos paciencia, porque las pantallas alteran los procesos atencionales”, señala Díez. Esto puede manifestarse en berrinches al retirar los dispositivos, lo que indica una dependencia emocional y baja tolerancia a la frustración.
Un estudio de 2024 con niños colombianos de 7 a 9 años encontró que el uso frecuente de pantallas se relaciona con problemas de comportamiento exteriorizados, como agresividad o desobediencia, especialmente en contextos de disciplina parental inconsistente. En Japón, un caso extremo, se reportan jóvenes que se aíslan completamente, dedicando días enteros a videojuegos, lo que limita su capacidad de interacción social. En contraste, países como España han integrado la adicción a las tecnologías como una “droga sin sustancia” en su Estrategia Nacional de Adicciones, reconociendo su impacto en la salud mental.
Estrategias para un uso equilibrado
Los especialistas coinciden en la necesidad de establecer límites claros. Oviedo recomienda horarios específicos para el uso de pantallas, como 15-30 minutos diarios para niños menores de 5 años, y privilegiar actividades como la pintura o el juego al aire libre. “La comida es un momento ideal para apagar los dispositivos y conversar sobre el día”, sugiere. Estas interacciones fortalecen la relación padre-hijo y fomentan habilidades sociales.
La Dra. Andrade propone evitar pantallas antes de los 6 años y limitar su uso a media hora diaria a partir de esa edad. Debido a que el cerebro infantil requiere moderación sensorial para un desarrollo óptimo. Además, Díez impulsa el “Manifiesto sobre el uso de pantallas” para sensibilizar a las familias y promover políticas públicas que regulen la exposición infantil a la tecnología. Actividades como talleres culturales, visitas a parques o encuentros con otros niños son alternativas que estimulan la creatividad y la socialización.
Antecedentes de la problemática
El uso de pantallas en niños ha crecido exponencialmente en las últimas dos décadas. En España, el 80% de los menores consumen televisión diariamente, y el 36% accede a videos en internet. Este fenómeno, impulsado por la digitalización y la pandemia de COVID-19, contrasta con generaciones anteriores, donde el juego físico y la interacción cara a cara eran predominantes. En Asia, especialmente en Japón, la adicción a videojuegos ha llevado a casos extremos de aislamiento social, mientras que en América Latina, factores como la inseguridad y la falta de espacios recreativos limitan las alternativas al uso de pantallas.
Hacia un futuro equilibrado
La tecnología es una herramienta poderosa, pero su uso descontrolado en la infancia puede comprometer el desarrollo integral de los niños. Los especialistas instan a los padres a modelar un uso responsable, priorizando actividades que estimulen la imaginación y la interacción social. Además, abogan por políticas públicas que promuevan entornos seguros y actividades recreativas accesibles. Con un enfoque equilibrado, es posible mitigar los efectos negativos de las pantallas y fomentar un desarrollo saludable en las nuevas generaciones.