Nació en Queens, Nueva York (Estados Unidos), pero sus recuerdos más vivos huelen a montaña, familia y café servido en taza pequeña. A los cuatro años, vivió una temporada en el Azuay, Ecuador, donde asistió al jardín y creó los lazos afectivos que todavía la conectan con sus raíces. Hoy, de vuelta en Estados Unidos, dirige un consultorio dental que inició en 2021 con apenas cuatro habitaciones y la ayuda incondicional de su madre y su tía.
“Fue difícil, pero yo tenía el apoyo de mi familia. Gracias a mi mamá y a mi tía pudimos empezar poco a poco”, recuerda Elsy López, con gratitud.
Desde entonces, el espacio ha duplicado su capacidad y ahora ofrece una amplia gama de servicios, que muchas personas, incluyendo migrantes hispanos, valoran enormemente. Pero detrás de esa fachada profesional, hay una historia que no siempre se ve a simple vista.
“Many hats, como dicen…”
“Many hats, como dicen, hats que hay que usar”, expresó entre risas, como quien enumera un inventario interminable de tareas. La frase en inglés “to wear many hats” se traduce literalmente como “usar muchos sombreros” y se usa para describir a alguien que cumple múltiples roles o funciones al mismo tiempo. En su caso, no es solo una metáfora: además de administrar el negocio, también ha sido contadora, técnica de equipos dentales, gestora de redes sociales y encargada de servicio al cliente.
Cada día implica saltar de un rol a otro sin manual de instrucciones, con la flexibilidad que solo da la necesidad. Es, como muchas mujeres migrantes, una profesional multifacética que construye su propio camino sin perder de vista lo esencial: la comunidad que atiende. Todo esto mientras supervisa a un equipo de aproximadamente diez personas, la mayoría latinos, y mantiene vivo un hogar multicultural junto a su esposo portugués.
Identidad migrante sin ruptura en Estados Unidos
Aunque ha echado raíces en Florida, su conexión con Ecuador sigue intacta. Tiene familiares allá, incluido su padre, y en cada carnaval la nostalgia se convierte en reencuentro. “Yo asocio Ecuador con paz, con la gente amable, la comida, la familia… extraño poder estar siempre ahí”, confiesa.
Se mantiene al tanto de las noticias del país, de los movimientos políticos, de los terremotos o emergencias. Dice que es una forma de cuidar, desde lejos, a los suyos. No se desconecta. Acompaña con el corazón desde la distancia.
En la mesa de su casa se sirven platos de aquí y de allá. Arroz con pollo es su favorito, aunque también hay sabores portugueses, estadounidenses y asiáticos. La multiculturalidad no le quita espacio a lo suyo, solo lo amplía.
El sueño americano con sabor ecuatoriano
A la pregunta obligada sobre el “sueño americano”, responde sin dudar: “Sí creo que es posible. Aquí hay oportunidades para quienes trabajan duro. Por eso muchos salen de sus países, buscando una oportunidad, pero sin olvidar a su familia”.
Su historia no tiene fuegos artificiales ni portadas brillantes. Pero sí tiene algo más potente: la perseverancia diaria de una mujer que asumió muchos roles, muchas “gorras”, para sostener un proyecto que hoy sirve a su comunidad y mantiene vivas sus raíces.
Porque el otro lado del sueño americano no siempre se cuenta. Pero está lleno de mujeres como ella. (04)