Cada día, antes de las 07h30 el maestro soldador Carlos Alberto Maldonado sale de su casa y se dirige a su taller, en la calle Pedro Gual.
A sus 98 años, el icónico mecánico soldador de Portoviejo no necesita la ayuda de nadie, camina tres cuadras y llega a su “segunda casa”, abre y ve que todo esté en orden.
Más tarde, cuando llegan sus hijos y los operarios, encuentran todo listo para iniciar la jornada de trabajo.
Normalmente lo primero que hace don Maldonado es leer El Diario, no hace nada más si antes no está bien informado, asegura.
Conversar con él es un deleite, ya que vivió la historia de la transformación de la ciudad. Por ejemplo, recuerda que cuando puso su taller en las calles Pedro Gual y Córdova (a lado del supermercado Akí), allí prácticamente terminaba la ciudad, eran los límites antes de llegar al río y todo estaba lleno de maleza, árboles de mango y otros frutales.
Frente a su taller había un predio grande donde su amigo Gilberto Fernández instaló una gasolinera que en la actualidad se llama El Rocío.
Trabajo de soldador
Su labor de soldador era muy solicitada hace 60 años, pues era considerada “una profesión del futuro”, por eso cuando se empezó a construir la carretera hacia Bahía de Caráquez la compañía Granda Centeno lo contrató para que realizara esa labor.
En aquel entonces había que ir pegando piezas metálicas para hacer las vías, relató.
Luego se estableció en su taller, donde por décadas lo mismo se arreglan escapes de vehículos como se sueldan partes metálicas para que sigan rodando.
Algo que el maestro Maldonado destaca de sus tiempos de juventud es que los carros de antes eran de puro hierro y no había tantos almacenes automotrices, por lo que los dueños de vehículos acudían a él para reparar sus piezas. Eso lo hizo muy requerido y conocido por todo conductor o dueño de carro en toda la comarca.
Con el tiempo su taller fue actualizándose, no sólo con mejores herramientas, sino también con personal más joven.
Sus hijos, quienes siguieron el tradicional oficio, incluyeron nuevos servicios, como por ejemplo el taller de torno, donde se elaboran piezas metálicas.
El 6 de agosto don Maldonado cumplió 98 años y para demostrar que está más vigente que nunca se puso a soldar varias piezas en el negocio de toda su vida.
Pese a las ganas de trabajar, a su edad ya sólo se dedica a gerenciar el taller y guiar a los más jóvenes, pero cuando se necesita un trabajo especial, no duda en meter mano y hacer gala de su experiencia.