Los siguientes son relatos de cómo algunas personas vivieron el terremoto del 16A en Manabí. Las historias se recopilaron entre los cantones Portoviejo y Manta.
La casa vecina “se abrió como un banano”
María Lascano es otra de las personas que vivieron el terremoto. Estaba en su taller de diseño de modas, en el barrio Cinco de Junio de Manta, cuando sintió que la tierra se remecía, cada vez con más fuerza. El movimiento se tornó violento y la desplazaba de un lado a otro. Ella trataba de caminar pero perdía el equilibrio; sin embargo, avanzaba para buscar a su hijo mayor y su tía, que estaban con ella en ese momento.
Con desesperación, les pedía que se tranquilizaran. Escuchaba un golpeteo contra las paredes de su casa, sin sospechar que eran los escombros de las viviendas de sus vecinos que habían caído hacia la suya. Una de ellas “se abrió como un banano”, cuenta.
Pensaba en sus otros dos hijos, que estaban fuera de casa. Su primer impulso fue ir en busca de ellos y de su esposo, que se hallaba trabajando. Pero se encontró con sus vecinos, también afectados, y tuvo que ayudarles un momento.
Fue en la calle cuando se dio cuenta de cuán grave había sido el terremoto. Observó casas caídas, personas desorientadas, postes derribados, gente que pedía ayuda.
Tras encontrarse con los suyos, volvió a su vivienda. Unas horas después, el miedo seguía firme. Un rumor de que el terremoto había generado un tsunami los obligó a dejar la casa y buscar protección en una colina frente a su sector.
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