Con el avance de la tecnología y el uso de las redes sociales, el autismo o trastorno del espectro autista (TEA) ha dejado de ser un tabú, para convertirse en una realidad con la que conviven miles de familias en el mundo. Sin embargo, esto no significa que un diagnóstico de este tipo ya no genere temores y dudas en los padres de familia.
Para empezar, debemos determinar qué el es autismo. De acuerdo a la Clínica Mayo, se trata de “una afección relacionada con el desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otras personas, lo que causa problemas en la interacción social y la comunicación”.
Ante ese panorama, expertos coinciden en que el paso más importante es tener el diagnóstico a edad temprana, para lo que primero se deben observar varias señales en el menor.
Tres signos tempranos del autismo
La American Academy of Pediatrics (AAP) identificó tres señales tempranas del TEA en niños pequeños, incluyendo retrasos en atención conjunta, lenguaje y regresiones en desarrollo, para guiar a familias y médicos en la detección temprana a nivel global.
Retraso o falta de atención conjunta
La AAP señala que un retraso o ausencia de atención conjunta es una diferencia clave en niños con TEA. La atención conjunta implica mirar alternadamente entre un objeto o evento y otra persona, fundamentando habilidades sociales y de comunicación.
Los niños con TEA muestran retrasos en esta capacidad, detectables desde los 12 meses. A continuación descubre las diferentes habilidades entre un niño con autismo y otro sin autismo.
A los 12 meses de edad: La mayoría de los niños pueden mirar inmediatamente en la dirección de un objeto al que un padre está señalando. Luego volverán a mirar al padre e imitarán la expresión del padre, generalmente una sonrisa. Los niños en el espectro del autismo pueden parecer ignorar a los padres. Esto puede hacer que los padres se preocupen por una posible pérdida de la audición de sus hijos.
A los 15 meses de edad: La mayoría de los niños pueden señalar los objetos que quieren fuera de su alcance. En cambio, un niño en el espectro del autismo puede tomar la mano de uno de sus padres y llevarlo al objeto sin hacer mucho contacto visual, si es que lo hace. A veces, el niño puede incluso colocar la mano de los padres sobre el objeto mismo.
A los 18 meses de edad: La mayoría de los niños señalan objetos que encuentran interesantes. Los niños mirarán de un lado a otro entre un objeto y un padre para asegurarse de que el padre esté sintonizado con lo que están mirando. Mientras que los niños en el espectro del autismo a menudo señalarán un objeto porque quieren que un padre se lo lleve, no porque quieren que el padre disfrute mirando el objeto con ellos.
Retrasos en el lenguaje y diferencias en el autismo
Casi todos los niños con TEA presentan retrasos en comunicación no verbal y lenguaje hablado. A los 12 meses, pueden usar palabras para etiquetar objetos, pero no para pedir o interactuar, según la AAP.
A los 24 meses, algunos repiten diálogos de películas o conversaciones con el tono original, un fenómeno llamado “eco” o “repetir como loro”. Otros, diagnosticados más tarde, pueden hablar como adultos, mostrando un uso inusual del lenguaje.
En este punto también se puede analizar el etiquetado de objetos antes que personas o familiares. Esto quiere decir que el menor tiene etiquetas para referirse a ciertas cosas, pero no para mencionar a otras personas.
Regresión en hitos del desarrollo
Alrededor del 25% de los niños con TEA experimentan regresión, perdiendo habilidades como lenguaje o interacción social entre los 15 y 24 meses. Esto puede incluir dejar de usar palabras adquiridas o volverse más retraídos.
La AAP destaca que esta regresión, combinada con otros signos, es un marcador clave para una evaluación.
Contexto del trastorno del espectro autista
El TEA afecta a aproximadamente 1 de cada 100 niños en el mundo. Los niños con TEA suelen alcanzar hitos motores como sentarse o caminar a tiempo, pero las sutilezas en gestos, juego de simulación y lenguaje social pueden pasar desapercibidas.
La detección temprana, promovida por la AAP, facilita intervenciones desde los 18 meses. Por ello, familias y pediatras deben tratar de descartar o confirmar estas señales claves desde los 12 meses, especialmente si hay antecedentes familiares. (13).