Una ecuatoriana revisa el reloj con nerviosismo. Tiene una cita médica en un hospital ubicado a más de 10 millas de su casa (más de 16 Km), en una ciudad del sur de Estados Unidos donde el verano se derrite a 35 grados. Llama a un Uber: 32 dólares. Es casi lo que gana en cuatro horas de limpieza. Suspira. Revisa la aplicación de transporte público y se lanza a la parada más cercana. El trayecto en bus le costará apenas $1,25 y aunque demore un poco más, le permitirá llegar a tiempo sin vaciar su billetera.
A miles de kilómetros, en una ciudad del noreste donde el invierno golpea con nieve y viento, un paisano que trabaja en un restaurante debe cruzar media ciudad para cubrir su turno nocturno. No tiene licencia de conducir y apenas lleva seis meses en el país. Ha aprendido a confiar en la ruta de buses que lo deja a una cuadra del trabajo, pagando $2,75 por trayecto o usando su tarjeta mensual de $33 que le permite moverse con libertad durante todo el mes.
En otra ciudad, esta vez en la costa oeste, una joven madre migrante quiere llevar a su hijo al parque y luego a la biblioteca pública. Entre alquiler, pañales y comida, no hay margen para lujos. El bus, puntual y limpio, se convierte en su aliado para escapar del encierro y explorar sin gastar más de $1 el pasaje.
Tarifas accesibles y descuentos en transporte público

El precio del pasaje en bus varía según la ciudad, pero en muchas urbes estadounidenses el servicio sigue siendo una de las opciones más económicas para migrantes. En ciudades como Miami, por ejemplo, el pasaje estándar es de $2,25. Sin embargo, hay opciones de pases mensuales por $1,12, que pueden reducirse para personas con bajos ingresos.
Nueva York tiene el sistema MTA (Autoridad Metropolitana de Transporte) ofrece la “Fair Fares” (tarifas justas) para personas que califican, con descuentos del 50 % en el metro y buses. En ciudades medianas como Jacksonville, Florida, el pasaje regular es de $1,75, pero con la app JTA GO la planificación del viaje se vuelve más simple y eficiente.
Además, muchos sistemas permiten transferencias gratuitas entre buses o entre bus y tren, y ofrecen acceso a través de tarjetas inteligentes o incluso el teléfono móvil.
Ventajas para los migrantes en Estados Unidos
#Migrantes | Transporte público en Estados Unidos: cómo los ecuatorianos se mueven por menos de $3 por trayecto ► https://t.co/E9uWsUHOwq pic.twitter.com/7wi82Xcs1O
— El Diario – Manabita (@eldiarioec) August 4, 2025
Para los migrantes recién llegados, sobre todo quienes no tienen licencia de conducir, vehículo propio o conocimiento del sistema vial, los buses representan una red de apoyo silenciosa. No solo permiten ir al trabajo, a clases de inglés o a consultas médicas, sino que ofrecen una oportunidad de independencia.
El transporte público también conecta con programas sociales, ferias comunitarias, oficinas de ayuda legal, iglesias, bancos de alimentos o consulados. Muchas rutas llegan directamente a estos lugares.
Además, moverse en bus ayuda a conocer mejor la ciudad, perderle el miedo al inglés funcional (aunque sea por señas), y compartir trayectos con otros migrantes con los que se forjan amistades valiosas. Hay quien aprendió sus primeras palabras en inglés gracias a los anuncios automáticos del bus o a una conversación espontánea con un pasajero.
Desventajas y barreras pendientes
No todo es perfecto. En algunas ciudades, los buses son escasos los fines de semana o dejan de circular temprano. Para los trabajadores nocturnos, esto puede representar un gran problema. También hay zonas donde la frecuencia es baja o las paradas están lejos de los barrios más habitados por migrantes.
La falta de información en español o la inseguridad en ciertas paradas por la noche también generan obstáculos. Aun así, para miles de ecuatorianos en Estados Unidos, subirse a un bus es más que un acto cotidiano: es una forma de abrirse camino, trayecto a trayecto, en una tierra que empieza a sentirse un poco más propia. (36)