El asteroide Dimorphos no representa una amenaza para la Tierra, pero es el blanco de una misión que, en diez días, intentará desviarlo de su trayectoria para probar la tecnología necesaria para defender nuestro planeta y escribir así “una página de la historia espacial”.
La misión DART (Prueba de Redireccionamiento de un Asteroide Binario), que partió de la Tierra hace once meses, está por llegar a su destino, cuando el próximo día 26 a las 23:14 hora GMT se estrelle contra el asteroide de unos 160 metros.
Un momento que podrá verse en directo, a razón de una fotografía por minuto, y parte final de una misión que servirá para validar la técnica de deflexión de asteroides que pueda proteger la Tierra en caso de necesidad, explicaron responsables de la misión en una rueda de prensa virtual.
“Estamos a menos de dos semanas del que será el primer intento de la humanidad de desviar un cuerpo celeste. Un momento histórico para todo el mundo”, en palabras del científico de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA, Tom Statler.
La defensa planetaria es un “asunto mundial que requiere una respuesta mundial” y DART es parte de una misión de Evaluación de Impacto y Desvío de Asteroides (AIDA), en la que participa la Agencia Espacial Europea (ESA) y más de 20 países.
Esta primera prueba de la misión de defensa planetaria “sirve para estar preparados por si fuera necesario en el futuro”, según Nancy Chabot, responsable de coordinación de DART, y para ella se ha elegido un sistema binario de asteroides que, en el mometo del choque estará a unos once millones de kilómetros de la Tierra.
El sistema de asteroides está formado por Didymos (780 metros de diámetro), al que orbita Dimorphos (160 metros, un tamaño similar al de la gran pirámide de Giza en Egipto).
DART se lanzará como una sonda kamikaze contra el cuerpo más pequeño y estará enviando datos y fotografías hasta el mismo momento en que se estrelle, una serie que será transmitida en directo por la NASA.
Pero además habrá un observador en directo, el pequeño satélite italiano Licia, que se separará de DART unos días antes para observar la colisión los momentos posteriores y hará un sobrevuelo del sistema de asteroides tras el choque, según Simone Pirrotta de la Agencia Espacial Italiana.
Todo el proceso se seguirá también desde la Tierra y por varios telescopios espaciales.
El pequeño Dimorphos tiene una órbita de 11 horas y 45 minutos alrededor de Dydimos y los expertos esperan que el impacto de DART, a una velocidad de seis kilómetros por segundo, sirva para modificar su trayectoria. “Es la primera prueba para desarrollar la tecnología”, indicó Chabot.
La experta dijo que “uno de los grandes desafíos de la misión” es que DART impacte contra Dimorphos a alta velocidad, pues no distinguirá entre los dos asteroides hasta las últimas horas de su aproximación.
Para que la misión tenga éxito, explicó Statler, la nave tiene que impactar contra Dimorphos y causar un cambio en su órbita que pueda ser medida, el cual tardará en detectarse unos días o semanas, “no lo sabemos con exactitud”, apunta.
Ser capaces de golpear a Dimorphos y cambiar su trayectoria es importante, pero lo es igualmente observar de primera mano el resultado, el cráter creado, la composición de su superficie y, en definitiva, conocer bien el pequeño asteroide del que hasta ahora se sabe poco.
Ese será el cometido de la misión Hera, liderada por la Agencia Espacial Europea y que despegará en octubre de 2024 camino del sistema binario de asteroides, para examinar a Diomorphos en profundidad, llegando a metros de él.
Hera, en la que España tiene un importante papel y a la que contribuye entre otra tecnología con el sistema de guiado, navegación y control, proporcionará datos que permitirán evaluar de forma más completa la efectividad de la técnica de desviación.
Statler destacó la importancia de la defensa planetaria y recordó que hoy se conoce entre el 95 y el 98 % de los grandes cuerpos cercanos a la Tierra, pero no se pude ignorar el peligro de otros más pequeños, de uno 150 metros, de los que se tiene localizados aproximadamente el 40 % y cuyo impacto contra el planeta podría ser devastador.