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Si tu hijo ronca, y lo hace con frecuencia y sin estar acatarrado, tal vez sí debas preocuparte y acudir al especialista para descartar que detrás de esos ronquidos no se esconda ninguna dolencia o trastorno respiratorio del sueño.

De hecho, según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, el ronquido es uno de los síntomas más frecuentes de trastorno respiratorio del sueño (TRS) en poblaciones pediátricas por lo que debe ser valorado por un especialista.

Con motivo del Día Mundial del Sueño, tercer viernes de marzo, la citada sociedad médica explica que el síndrome de apnea obstructiva del sueño (AOS) infantil es un tipo de trastorno del sueño que altera el crecimiento craneofacial y el desarrollo de funciones básicas como la masticación y la deglución, además de afectar a la calidad de vida de los pacientes por sus múltiples consecuencias.

“Los padres deben consultar con el especialista si su hijo ronca tres noches por semana, realiza un sonido de carácter intenso y se produce sin ir asociado a un proceso catarral”, explica el doctor Peter Baptista, presidente de la comisión de Roncopatía y Trastornos del Sueño de la SEORL-CCC.

“La prevalencia del ronquido oscila entre 1,5 y 27,6 % para diferentes estudios y poblaciones”.

Además, este especialista advierte de que los niños con apnea pueden presentar una fisonomía característica: “Se verán caras alargadas, con una falta del desarrollo del tercio medio facial, y un mayor crecimiento del tercio inferior (la mandíbula) de forma asimétrica”.

Mi hijo ronca: causa multifactoriales

Las causas de los TRS en la edad pediátrica son multifactoriales.

“Los factores anatómicos, craneofaciales y neuromusculares, el exceso de tejido linfoide y la inflamación de las vías respiratorias son los componentes más críticos. La hipertrofia de adenoides (vegetaciones) y amígdalas es más prevalente entre los 3 y los 6 años, y están fuertemente relacionadas con la apnea obstructiva del sueño en niños”, comenta este otorrinolaringólogo.

Además, la ausencia de respiración nasal en los niños puede inducir una alteración del crecimiento craneofacial y del adecuado desarrollo de otras funciones, como la masticación y la deglución.

“Para permitir la respiración en presencia de una obstrucción nasal, se produce una corrección de la posición de la cabeza y la mandíbula, que influye directamente sobre la tonicidad de la lengua y los músculos orofaciales”, explica el doctor Baptista.

El Síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) es un tipo de trastorno respiratorio del sueño (TRS) caracterizado por una obstrucción parcial y/o completa de las vías respiratorias superiores.

Afecta del 1 al 5 % de todos los niños, y su pico de incidencia se encuentra entre los 3 y los 8 años. Además, es más grave en niños que en niñas debido a la morfología craneofacial. “Se trata de un trastorno muy importante”.

Está implicado, entre otros, en la disminución de la calidad de vida, enuresis, retraso en el aprendizaje, bruxismo, problemas conductuales, psiquiátricos, neurocognitivos, cardiovasculares, metabólicos, anomalías endocrinas y del crecimiento.

En cuanto a las anomalías craneofaciales, al nacer, la cara tiene aproximadamente el 40 % del tamaño adulto y aumenta al 65 % a los 3 años.

Este crecimiento facial se completa después de la pubertad. Aunque está determinado por factores genéticos, los aspectos ambientales como el patrón de respiración también pueden contribuir al crecimiento.

“Cuando estos cambios persisten en el tiempo se produce una modificación del equilibrio de la presión muscular sobre los huesos de la cara y de los dientes e inducen modificaciones morfológicas dento-esqueléticas. Se pueden apreciar tanto de manera externa como interna”, indica este especialista.

Mi hijo ronca: maloclusión dentaria

A nivel interno se pueden apreciar cambios en la arcada dentaria superior e inferior y en la posición de la lengua. Lo que provoca una maloclusión dentaria.

Se calcula que el 70 % de los niños presentan alguna desviación de la oclusión ideal de los dientes, y alrededor del 30 % necesita tratamiento odontológico para corregirlo, según un estudio publicado este mes en Cranio: the journal of candiomandibular practice.

La sobremordida, la mordida cruzada, o el apiñamiento dentario son otros diferentes tipos de maloclusión.

“La alteración visible más común en estos niños son los dientes torcidos. Un niño debe respirar la mayor parte del tiempo por su nariz, tener la lengua tocando el paladar cuando tenga la boca cerrada y no roncar de manera repetida”.

Si estos hechos no se producen, ocasionará consecuencias en su desarrollo dentofacial”, añade el doctor Baptista.

La cirugía (adenoamigdalectomía) suele ser el tratamiento más indicado para corregir la respiración en los niños aunque no siempre se soluciona de forma completa.

“Esto se debe a la presencia de otros problemas, como la hipertrofia turbinal en relación a procesos alérgicos que afectan a casi el 15 % de los niños hasta los 8 años, o la presencia de una anquiloglosia lingual que dificulta la correcta posición de la lengua imposibilitando una respiración nasal postcirugía y que puede llegar a afectar al 10 % de la población pediátrica”, añade.

En el caso de que tras la intervención quirúrgica, el paciente mantenga la respiración oral, “es importante examinar al niño en busca de congestión nasal, incluidas las desviaciones del tabique o la rinitis alérgica”.

También se debe considerar la terapia adyuvante, como la expansión maxilar ortodóncica y/o el entrenamiento funcional.