La vida de Frank Tavares estuvo marcada desde el inicio por la tragedia. A los 4 años, perdió a sus padres en un accidente automovilístico, y sus abuelos, sin recursos para criarlo, lo entregaron a un convento en Santo Domingo. Allí, bajo el nombre de Sor María Margarita Tavárez Trinidad, fue educada como monja. Desde pequeño, Frank enfrentó confusión sobre su identidad debido a su voz aguda y su cuerpo masculino, un tema que abordó años después en entrevistas con medios internacionales.
En la adolescencia, consultó con un médico para verificar si era hermafrodita, pero este le confirmó que no lo era, que su sexo era masculino y que no debía preocuparse. A los 13 años, Frank comprendió que era hombre, pero decidió permanecer en el convento, al que consideraba su hogar. “No quería irme, era mi refugio, me sentía en paz”, confesó al diario El País. Para proteger su secreto, evitaba bañarse o desnudarse frente a las demás novicias: “Usaba ropa interior masculina, fingía el periodo menstrual y vestía hábitos amplios”.
En el convento descubrieron a la “monja”
Algunas compañeras descubrieron su verdadera identidad, pero guardaron silencio. Todo se derrumbó cuando las demás monjas se enteraron de que era hombre, tras rumores de que había tenido relaciones sexuales con una de sus compañeras. Esto generó la furia de las autoridades del convento, quienes temían que, si Frank seguía allí, pondría en riesgo la castidad de las hermanas.
Sin embargo, Frank no abandonó la vida religiosa de inmediato. Se trasladó a otro convento, donde conoció a Silvia, una novicia de la que se enamoró profundamente. “Ella era el amor de mi vida”, relató. Aunque ambos respetaban la santidad del lugar y mantenían su relación fuera del convento, los rumores de su romance se extendieron, lo que llevó a una nueva expulsión.
El amor y el hijo
Silvia quedó embarazada, y ambos decidieron abandonar la vida religiosa: ella en 1981 y Frank en 1983, tras conocer la noticia de su futuro hijo. La pareja mantuvo su relación en secreto, pero finalmente se separó. Frank nunca conoció a su hijo, quien, junto con Silvia, vive en Estados Unidos.
Tavares compartió su historia en el documental Sin Corte y en entrevistas con medios dominicanos e internacionales. En los años 80, escribió un diario que se convirtió en el libro La monja desvestida, un éxito en la República Dominicana, aunque él recibió ganancias modestas. “El lápiz y el papel fueron mi salvación desde que aprendí a escribir”, expresó. Hoy, a sus 68 años, Frank vive en Santo Domingo y trabaja como sastre, llevando una vida tranquila. (10)