Me encontré con Willy Ruiz en una feria cultural del sur de la Florida. Bajo una carpa, rodeado de artesanías y el murmullo constante de turistas, me llamó la atención un rincón más silencioso, pero no menos llamativo: un perchero lleno de sombreros de paja toquilla.
Willy me extendió la mano con amabilidad o yo a él. “Mi nombre completo, Willy Ruiz, ecuatoriano”, me dijo con una sonrisa. Aunque más adelante acotó: “No, yo soy de Perú, pero los sombreros son de Cuenca (Ecuador)”.
El famoso sombrero “Panamá”, que ni es panameño ni nació en el istmo (parte estrecha de tierra que une dos continentes), ha recorrido mundo, y su historia está llena de confusiones.
Una historia que tejió la leyenda

“Este sombrero se llama Panamá porque cuando construyeron el canal, el presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt, fue a inspeccionar el canal. Entonces los obreros y los ingenieros, para cubrirse de las inclemencias del tiempo, llevaron sombreros del Ecuador y le regalaron uno al presidente Roosevelt. Y él, cuando lo tiene en su mano, dice: ‘Oh, this is a Panamá hat’. Y a raíz de eso lo bautiza, sin querer, como sombrero Panamá”.
Así lo reseñó la prensa de la época. El Panamá Hat se hizo famoso luego de que el político estadounidense, vigesimosexto presidente desde 1901 hasta 1909, anduviese por la nación centroamericana allá por el lejano 14 de noviembre de 1906. Diarios como The New York Times o The Washington Herald, publicaron sendas fotografías con aquel accesorio que Don Willy hoy comercializa desde Miami.
Desde Ecuador hasta Miami: una tradición que cruza fronteras
Willy lleva 25 años en el negocio, y cinco de ellos con su empresa establecida en la Ciudad del Sol. “Yo me dedico a la importación de sombreros de Ecuador, los sombreros paja toquilla, son tejidos a mano en Ecuador, son muy famosos”. Me explicó que los sombreros que vende se adaptan muy bien al mercado local. “Se venden en Miami porque son sombreros tipo tropical, y justamente acá la península de la Florida es una zona tropical, una zona caribeña, ¿no?”.
Pero no todo es sencillo. En tiempos recientes, el tema de los aranceles ha afectado el negocio: “Bueno, siempre afecta, porque ha subido un 10%, el costo es la tarifa, pero bueno, uno se lo carga al cliente, porque no queda otra alternativa. O si no, también yo hago que el 5% le cargo y el 5% yo lo asumo, para no encarecer el producto y así mismo poderlo vender”.
Negocio, tradición y clientes de alto perfil
#EcuatorianosEnUSA | Willy Ruiz, vende sombreros ecuatorianos de paja toquilla en Miami, Estados Unidos, mercado que crece cada día. Ruiz tiene 25 años llevando este accesorio que adquiere principalmente en Montecristi y Cuenca. @eldiarioec pic.twitter.com/Fik2Mm5B02
— Manavisión Canal 9 (@manavisionec) May 27, 2025
Lo que más valora de este oficio es el contacto con la gente. “Es un negocio muy interesante, es un negocio fino, bonito, es un producto limpio y uno alterna con mucha gente, y conoce mucha gente”.
Entre sus clientes figuran varios nombres conocidos. “Me han comprado algunos artistas como El Pible (humorista cubano), pero también me ha comprado el dueño del canal América Tevé, Carlos Vasallo. Él me ha comprado en varias oportunidades. Y también el director del diario Excélsior de México”.
Para quienes quieran adquirir uno de estos sombreros con historia y calidad, Willy tiene presencia en la web y redes sociales, además de la venta directa en tiendas locales. “Estoy siempre abierto para compartir esta tradición y vender un pedazo de Ecuador”, concluye.
El sombrero es un símbolo cultural que sigue vigente
Así, entre Miami y Ecuador, el sombrero “Panamá” sigue su camino, tejido a mano por artesanos que mantienen viva una tradición ancestral. La imagen de Theodore Roosevelt, luciendo uno de estos sombreros durante su visita al Canal de Panamá, selló para siempre la “bendita” confusión geográfica que dio nombre al icónico accesorio, que hoy sigue conquistando cabezas y corazones.
Ese legado, entretejido con historia y cultura, lo mantiene vivo desde Miami el peruano-ecuatoriano Willy Ruiz. Con cada pieza honra a quienes, con sus manos, dan forma a este símbolo del encuentro entre la funcionalidad y la elegancia. (36)