En la ciudadela Fabián Palacios, Portoviejo, Manabí, la familia Sosa Sornoza y sus vecinos enfrentan desde hace 30 años la falta de agua potable, postes torcidos desde el terremoto de 2016 y calles convertidas en lodazales en invierno, lo que evidencia un abandono municipal que perpetúa la precariedad.
Sin agua potable: Una lucha diaria
La familia Sosa Sornoza, residente en Fabián Palacios, Portoviejo, sobrevive sin acceso a agua potable. Durante 30 años, han dependido de bidones y tanques comprados a precios elevados. “No hay agua, peleamos por el agua que no hay”, lamenta Adelina Sornoza. Los vecinos deben reunir 30 dólares para pagar un tanquero, una solución costosa y no siempre viable. Esta carencia afecta las necesidades básicas como cocinar, lavar y mantener la higiene. Además, la falta de un sistema de agua potable pone en riesgo la salud de la comunidad, especialmente de niños y adultos mayores.
Calles intransitables y postes en peligro
El invierno agrava aún más la situación en Fabián Palacios. Las lluvias convierten las calles en lodazales, dificultando el acceso a los hogares. “Aquí limpian, pero no arreglan”, denuncian los moradores bastante molestos. El lastre desaparece tras las lluvias, y las autoridades no lo reponen. Por otro lado, los postes de luz, torcidos desde el terremoto de 2016, representan un peligro constante. A pesar de promesas de reemplazo, no se han tomado medidas. Los habitantes temen que un colapso cause accidentes. La comunicación con el presidente del sector es escasa, y las gestiones ante el alcalde de Portoviejo son inciertas. “Él dice que sí se comunica con el alcalde Javier Pincay, pero nosotros no tenemos constancia de aquello, nos sentimos olvidados”, expresó Sornoza.
Basura y olvido municipal
La recolección de basura, limitada a tres veces por semana, genera acumulación de desechos en las esquinas. Esto afecta la salubridad del entorno y aumenta el riesgo de enfermedades. Los vecinos sienten que su sector está olvidado, mientras otras zonas de Portoviejo reciben mejoras. “Nos tienen abandonados”, afirman. La desconexión entre las necesidades de la comunidad y las políticas públicas es evidente. La falta de acción tras el terremoto de 2016 perpetúa condiciones de precariedad que requieren soluciones urgentes.
Esta ciudadela Fabián Palacios enfrenta desafíos que van más allá de la escasez de agua. La ausencia de infraestructura adecuada, la inseguridad por los postes torcidos y la desatención municipal reflejan un problema estructural. Los moradores exigen respuestas concretas para mejorar su calidad de vida.