¡Si vivieran!

Es frecuente en nuestro medio, observar, escuchar o leer, a muchos políticos, líderes sociales y hasta sacerdotes, cuando se dirigen al público, en sus piezas oratorias, citar a referirse como ejemplos, a prominentes hombres y/o mujeres de nuestra historia, como tratando darnos a entender, que son fieles partidarios y practicantes de ese pensamiento e ideal […]

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Redacción ED.

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Redacción ED.

Es frecuente en nuestro medio, observar, escuchar o leer, a muchos políticos, líderes sociales y hasta sacerdotes, cuando se dirigen al público, en sus piezas oratorias, citar a referirse como ejemplos, a prominentes hombres y/o mujeres de nuestra historia, como tratando darnos a entender, que son fieles partidarios y practicantes de ese pensamiento e ideal cívico, educativo y social.

Los que se creen “revolucionarios”, en estos días han recordado a uno de los íconos de ese proceso histórico-dialéctico: Ernesto “Che” Guevara, con ocasión de su asesinato, el 8 de octubre de 1967. 
La pregunta es: ¿Sabrán por qué luchó y murió? ¿O es que alguien les contó su historia? ¿Desde qué perspectiva ideológica política se la contaron? ¿O la leyeron en algún panfleto? ¿O la vieron en una película: versión socialista o versión capitalista? ¿O escucharon testimonios inversos, como el su hija Aleida o la de algún castrista?
Estas preguntas son las que debemos respondernos cuando en nuestra retórica citamos el pensamiento filosófico de este y/o cualquier otro personaje. No se necesita recurrir a los análisis científicos, sociológicos e históricos, sino al pragmatismo diario de la calle, para darnos cuenta de que, el comportamiento político y social de individuos, que actualmente se ufanan de ser partidarios de esas ideologías, está muy distante de su fidelidad. Al contrario, por su forma de actuar traicionan y distorsionan esos principios, cuando son actores de actos de corrupción y cuando engrosan filas de movimientos o partidos, contra los cuales combatieron, lucharon y murieron esos ejemplares ciudadanos.
Otros de los nombres que se utiliza es el del expresidente Jaime Roldós, fallecido en 1981, según el escritor Jaime Galarza asesinado por la CIA.  La familia Bucaram siempre lo refiere como ejemplo de valor cívico y moral. Sin embargo, Santiago, hijo de la familia Roldós Bucaram, acaba de aclarar que los principios de sus padres no tienen nada que ver con el proceder público de los Bucaram, a pesar de tener nexos familiares.
Así hay miles de ejemplos, como se manosea la memoria de personajes, más por conveniencias y oportunismo político. En esa fila están el papa Juan Pablo II, Gandhi, Mandela, Bolívar, Cervantes, Montalvo, etc., y el más cercano, Eloy Alfaro, quien si viviera flamearía su espada en contra de quienes utilizan sus nombres indebidamente.
 
Leonardo Moreira Delgado

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