Con la construcción del puente Chile todos los portovejenses ganaríamos, por el gran beneficio que prestaría a la ciudadanía en lo peatonal, el ciclismo y otros modos de movilidad no motorizada.
Esta obra uniría a la parroquia Andrés de Vera con el centro de la ciudad, de la mano con la regeneración urbana y el parque Las Vegas, aportando vistosidad, dinamismo y alegría al desarrollo urbano de Portoviejo.
El puente Chile debería reconstruirse con materiales que evocaran su origen, como tablones de madera, pero con bases de concreto reforzado y una altura suficiente para soportar el paso del agua y las palizadas de los inviernos más intensos. Su diseño arquitectónico podría reflejar la tradición y el arte colonial que forman parte del alma de la ciudad.
Este puente toma su nombre de la calle Chile, que se prolonga hasta el sector del bar Poza Honda, en la parroquia urbana Andrés de Vera. Sin embargo, tras el terremoto, fue abandonado por la falta de mantenimiento y el desinterés de las autoridades de entonces. Por eso, quienes amamos esta tierra exigimos su reconstrucción y aportamos ideas para lograrlo.
El puente Chile es tradición, cultura, historia viva. Cuenta y construye relatos familiares para los portovejenses. Debería ser declarado Patrimonio Cultural una vez reconstruido. ¿Quién no cruzó ese puente para comer ceviche o encebollado en el bar Poza Honda? ¿Quién no recuerda el almuerzo criollo a un dólar, con caldo de gallina criolla incluido? Eso también es historia y patrimonio: cultura y gastronomía popular que merece ser reconocida.
Es momento de tomar decisiones en beneficio de nuestra ciudad y su memoria. Recuperar el puente Chile es rescatar movilidad humana y patrimonio cultural. Algunos podrán burlarse de la idea de declararlo patrimonio, pero si se han declarado relojes o casas en ruinas, ¿por qué no un puente con más de un siglo de historia? Un puente que, iluminado por las noches, sería un corredor turístico que impacte a propios y extraños. El puente Chile existe desde 1920. Su legado sigue en pie, aunque sus maderas ya no lo estén.