Aunque no es cirujano, Pancho dirige con pasión la Fundación Operación Sonrisa, que ayuda a niños con labio fisurado. Él organiza jornadas quirúrgicas que cambian destinos.
La inspiración nació de Bill y Kathy Magee. En Filipinas, ellos vieron niños necesitados. Así, comenzaron a operar labio fisurado, contó Pancho.
Luego, involucraron a corporaciones amigas. Bancos e industrias se unieron al proyecto. Esta alianza fortaleció la labor humanitaria, explicó el director.
Pancho, quiteño de 67 años, tiene dos ingenierías. También ostenta un doctorado. Sin embargo, su corazón está en el voluntariado, no en títulos.
Con 52 años de servicio, 30 en Operación Sonrisa, Pancho brilla. Además, fundó Maquita Cushunchic, el 911 y lideró los Scouts Ecuador.
Sus padres sembraron la semilla del altruismo. Al casarse, Pancho habló con su esposa Angelita. “O ganamos dinero o ayudamos”, dijo. Ella eligió ayudar.
Sin casa propia, solo tiene una camioneta vieja. Pero Pancho asegura que el voluntariado le dio más alegría que cualquier fortuna.
En Ecuador uno de 400 niños nace con labio fisurado
En Ecuador, nacen 355.000 niños anualmente. Uno de cada 400 tiene labio fisurado. Otros presentan malformaciones en manos o pies.
La falta de ácido fólico es la causa principal. También existen factores cromosómicos o hereditarios. Tristemente, uno de cada 10 niños no sobrevive.
Para Pancho, no solo se trata de sonrisas. Cada cirugía devuelve la dignidad. Los niños recuperan confianza y esperanza, enfatizó con convicción.
Las jornadas de Operación Sonrisa son un desafío. “Ponemos dos velas a cada santo”, bromeó Pancho. Sin embargo, la fe los guía.
Él cree que servir es un mandato divino. “No ayudar es un problema con el de arriba”, afirmó. Su compromiso inspira a todos.
Operación Sonrisa transforma vidas en Manta. Gracias a Pancho, más niños sonríen. Además, sus familias encuentran alivio y un futuro mejor.
El voluntariado define a Pancho Punina. Su liderazgo une corazones. Por eso, la fundación sigue creciendo, llevando esperanza a cada rincón.