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 Estamos muy cerca de tener que ir a votar. Los sufragantes, que somos miles, tenemos la oportunidad de realmente elegir con la mayor reflexión, para que este acto democrático redunde en una senda que elimine toda maniobra de equivocarnos y que los escaños que la ley nos permite designar sean, en todos los niveles, ocupados por ecuatorianos de vida limpia, con una capacidad y virtualismo de servicio a la Patria, que sean innegables por todos los hechos.

Es de esperar que a quienes elegimos honren los votos obtenidos y entreguen al pueblo, desde cada función, un renacer patriótico que elimine todo acto de corrupción, que vaya a menoscabar el derecho ciudadano de un cambio que sea realmente válido en el progreso general de los millones de compatriotas que esperan con ansias que nuestra Patria sea reconocida por la honestidad que brinda su clase política, de cuyo seno se haya eliminado todo signo de corrupción y brille la honestidad que genera confianza y fuerza para que los pueblos amigos digan: Ecuador es cuna de un renacer de honorabilidad que merece toda confianza del orbe entero. 
Ante las elecciones que tienen que cumplirse en los días cercanos venideros, tiene que eliminarse todo intento de ilegalidad o trampa, queden sepultadas todas las manifestaciones de empañar virtudes, la vergüenza de ciudadanos que recibieron la confianza electoral, para ir a empañar el gesto a ellos entregados, para hoy ser prófugos de la justicia, y dejaron ejemplos amargos que jamás pueden repetirse. 
Nadie que recibió el voto honesto debe usar grilletes y escapar de la ley dejando una estela de ridículos que afronten a sus orígenes y a los paisanos que en ellos confiaron.
Se tiene que aprender del pasado y desechar todas aquellas figuras que, con un desacertado accionar, puedan empañar la imagen del país y alzarse con los recursos que, correctamente distribuidos, deban contribuir al desarrollo económico y social de Ecuador.
Hoy tiene que haber más responsabilidad a la hora de acudir a las urnas, por parte de todos, pues tanto los ciudadanos como las organizaciones políticas tienen implícita una misión y un compromiso con el país.
Por eso, los círculos políticos tienen que ser más exigentes y cuidadosos en el porvenir, para entregar una representación a patriotas honestos y capaces que luchen por los derechos de sus electores, haciendo uso de sus designaciones para el bien general público que les ganará admiración y aplausos generosos.