En estos tiempos en que las personas suelen sentir angustia, temor, desazón, tristeza, ira, llegando al punto que estas emociones se evidencian en síntomas físicos como caídas de cabello, daños de estómago, dolores de cabeza y fibromialgia, es un buen momento para que usted sepa que hay alternativas y pueda acudir a ellas.
Por supuesto, seguro han visto a alguna película de Woody Allen, en el que acude a su psicoanalista y hace catarsis por lo menos una hora y durante meses, sino años. ¡Maravilla! Seguro algunos de nosotros quisiéramos poder acudir a uno de estos profesionales y encontrar respuestas a nuestras preguntas, calma a nuestras angustias y soluciones a nuestros problemas, pero eso en países como el nuestro es muy difícil, en primer lugar porque ni en sueños nuestro país se toma en serio la salud mental y, por tanto, los pocos servicios psicológicos públicos que hay están colapsados por la demanda, pero además porque en el ámbito privado, hay muy pocos y son costosos.
En ese sentido, es necesario buscar otras opciones, una de ellas es la TCI, terapia comunitaria integrativa sistémica, que ofrece un espacio terapéutico para compartir experiencias de vida y sabiduría, que permita a los participantes superar los desafíos, los problemas cotidianos, darles sentido a las situaciones y experiencias que nos impone la vida, la posibilidad de resignificar colectivamente el sufrimiento humano y superar adversidades que se han presentado a lo largo de su vida. En ese sentido, son espacios que acogen, cuidan de manera amorosa y respetuosa a los participantes.
La TCI surge como una respuesta a las personas que no podían acceder a prestaciones de salud mental en hospitales generales y menos aún privada, creada por el antropólogo y psiquiatra Adalberto Barreto de Paula, y sistematizada en el Departamento de Salud Comunitaria de la Facultad de Salud y de Medicina de la Universidad Federal de Ceará, Brasil. Se sustenta en cinco ejes teóricos: el pensamiento sistémico, la teoría de la comunicación, la antropología cultural, la pedagogía de Paulo Freire y la Resiliencia.
Así que si alguna vez se rompió, y por más que crea haberlo superado, sabe en su fuero más interno que no es así, seguro en espacios como este podrá reconstruirse como sujeto individual y social y tejer esa red de apoyos que alimenta el sentido de nuestras vidas.