Ecuador es la tierra natal de grandes artistas, entre ellos cantantes jóvenes y otros más experimentados que nos llenan de emociones al oírlos, más allá del género, ya que esa es una opción personal.
Y cuando alguien se enfrasca en una discusión para definir “el” mejor género musical pienso que están menospreciando una norma básica de vida, el respeto; en cuanto a letras hay unas hermosas, divertidas, picantes y basura; pero ese es otro tema.
Hay cantantes ecuatorianos que han ganado premios nacionales y unos pocos internacionales como los Grammys (Paulina Aguirre y Marco Bermúdez), Gaviotas (Paulina Aguirre, Mirella Cesa, Johann Vera), otros han estado nominados a los premios
MTV (Johanna Carreño), han hecho dúos con colegas reconocidos de otros países; otros tienen millones de visualizaciones
en YouTube, sin embargo, aún no logran posicionarse internacionalmente; lo que personalmente me molesta porque sé de la
capacidad y cualidades de nuestros cantantes.
Me faltaría espacio en este comentario si tuviera que nombrar a cada cantante ecuatoriano y manabita lleno de talento. Mientras escribo estas palabras escucho al manabita Marco Bermúdez, a quien, aunque no lo tengo en una lista de reproducción, sé de su valor artístico y voz privilegiada; similar situación me pasa con nuestras renombradas orquestas como los Hermanos Mera y Los Pájaros Rojos.
Sin embargo, en mis “playlist” no faltan ecuatorianos como AUD, Daniel Betancourt, Chinto Torres, Pamela Cortés, Gianpiero, Jorge Luis del Hierro, Dayanara, Johann Vera, Pancho Terán, Maykel, Roberto Rubén, y grupos como Tercer Mundo, Tranzas, Contravía, Verde 70, por citar a unos pocos.
Le pregunté a mi primo Chinto Torres, ¿por qué nuestros cantantes no tienen proyección internacional? Y coincidimos en que el tema no va por falta de talento, porque eso tenemos y mucho. Me dice que carecemos de industria (un problema que se repite en varias áreas), de disqueras o empresas que realmente se encarguen de sacar a flote la carrera de un artista.
Y encima, me comenta, que mucho del trabajo que se hace depende del propio bolsillo o apoyo de entidades.
Hay cantantes que dejaron en pausa su carrera, porque para vivir hay que ganar y si la música no da, hay que trabajar en sus profesiones o en negocios que han establecido.
Soy una convencida de que los ecuatorianos sí escuchamos a nuestros artistas, los reproducimos, vamos a sus conciertos; pero este talento que tenemos en el país merece ir más allá de nuestras fronteras.
Deben estar con su música en los primeros lugares de listas internacionales y en grandes espectáculos.
Ojalá las disqueras decidan trabajar aquí y ahora. Que la música genere satisfacción en lo personal, y dinero y trabajo en lo profesional; porque la música es vida y también es una industria.