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 El temor por una segunda ola de la pandemia del coronavirus y la aparición de una nueva cepa en Reino Unido han llevado a las autoridades a dictar nuevas medidas de seguridad que no siempre son respetadas.

El retorno del alcalde de Manta después de superar una afectación por COVID-19 en Guayaquil llevó a una aglomeración innecesaria de personas en zonas públicas, sin ninguna observación de la bioseguridad.
Con las festividades de fin de año, muchos ciudadanos acuden a centros comerciales, mercados y otros sitios para comprar o para compartir con sus familiares y amistades. En Quito, las zonas turísticas y comerciales suelen llenarse de individuos que se exponen a contagios sin mayor restricción.
En Guayaquil, la inauguración de la aerovía atrajo a miles de personas que hicieron filas para utilizar este nuevo medio de transporte y convertirlo en un recurso para pasear.
Se prevé que los eventos por el año viejo congreguen a muchas más personas.
Estos son unos pocos ejemplos recientes de cómo la inobservancia de los protocolos de seguridad puede exponer a las personas a un virus del que no se sabe qué efectos tendrá en el cuerpo de cada individuo, pero que mantiene copadas las salas de cuidados intensivos del país.
La certeza de que la pandemia no ha declinado debe llevar a las personas a mantener una actitud responsable por su salud y la de su entorno.