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Los planes de desarrollo cantonales, parroquiales y provinciales pueden revisarse y perfeccionarse, pero en esencia deben mantener las metas principales.

Esto, a propósito del proceso electoral que se encamina en el país. Es posible que los nuevos alcaldes, prefectos y presidentes de juntas parroquiales revisen puntos formales en la planificación y hasta en los resultados esperados, producto de la evolución política y social; sin embargo, deben conservar las metas en forma general, es decir, la reducción de la pobreza, el crecimiento de las rentas, la especialización de la producción, por citar algunos casos.

Suele ocurrir que cuando un funcionario de elección popular llega a dirigir una institución decide aplicar sus propios proyectos y encarga la formulación de un nuevo plan de desarrollo, con lo que retrasa o anula lo existente y “reinicia” lo avanzado.

“Se pueden revisar puntos formales, pero mantener las metas principales”.

Es una práctica contraproducente que desperdicia recursos e interrumpe el procedimiento.

Lo ideal es que, si el funcionario no está de acuerdo con el plan, reformule lo que, a su criterio debe mejorarse, pues para ello llega con su propia planificación; pero hay que dejar lo que merezca mantenerse, e inclusive impulsarlo.

El desarrollo no es cuestión de tendencias sino de metas.

Editorial de El Diario publicado este martes 13 de septiembre del 2022 en nuestra edición impresa.