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El uso creciente de las plataformas de inteligencia artificial (IA) ha originado criterios, no siempre coincidentes, sobre la necesidad de garantizar la correcta utilización bajo principios de ética, legalidad y discrecionalidad.

Es que la utilización de la IA abarca, en la actualidad, prácticamente todos los campos del conocimiento humano.

Desde la medicina, hasta la comunicación, pasando por la educación y el entretenimiento. Son ramas en las que se ha experimentado un avance indiscutible.

Sin embargo, esta utilidad también plantea riesgos y desafíos. Un inadecuado uso de la Inteligencia Artificial puede atentar contra derechos fundamentales o representar peligro para la vida de las personas.

Por lo tanto, debe existir un marco regulatorio global. Pero hablar de regulación no implica freno al avance tecnológico; se trata de establecer principios claros para el uso y el desarrollo responsable.

“En el campo educativo, se debe enseñar su uso adecuado, sin prohibirlo”.

Se tiene que tomar en cuenta derechos como la privacidad, la no discriminación, la seguridad, la libertad de expresión, entre otros.

Se requiere regular el uso en actividades científicas, productivas y militares, que son más delicadas y, por tanto, requieren un mayor control.

En el campo educativo, es necesario que se enseñe el uso adecuado de la Inteligencia Artificial, sin prohibirlo, para facilitar actividades como la investigación y el desarrollo del conocimiento.

Editorial de El DiarioPublicado el 8 de noviembre del 2024 en nuestra edición impresa.