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Las instituciones públicas de servicio a los ciudadanos deben revisar ciertas medidas, como la jornada reducida, que limita el acceso de los usuarios y ocasiona aglomeraciones por la necesidad de recibir atención oportuna.

En entidades como BanEcuador las restricciones se vuelven un contrasentido. Este banco público atiende a beneficiarios de bonos, jubilados y a usuarios normales que llegan de todas partes de la provincia, incluso restando horas al sueño para tratar de cumplir sus trámites. Por aforo, se permite el ingreso de 20  personas cada vez, y se atiende en cuatro ventanillas.
Es un contrasentido porque las personas, en su afán de ser atendidas el mismo día, se aglomeran y hacen filas en la calle, lo que atenta contra las normas para prevenir contagios, y desdice de la eficiencia que deberían tener al atender a los ciudadanos.
Este es solo un caso, pues una situación similar se repite en otras instituciones, entre ellas establecimientos de salud y áreas de atención a usuarios.
Una medida satisfactoria debería ser extender los horarios, en vez de reducirlos. Es decir, en lugar de las ocho horas habituales podrían atender diez o doce, para dar una solución a tiempo a las necesidad de los ciudadanos, sin obligarlos a esperar en la calle ni exponerlos.
La ciudadanía merece servicios más eficientes y mejor trato.