Peor que una obra que no se hace, es una hecha que no presta servicio. Y si es en el sector educativo o sanitario, no solo es indignante, es hasta irresponsable.
Lo que ocurre con las unidades educativas llamadas del Milenio que siguen sin usarse por estar pendientes obras menores, por presentar problemas técnicos o tener temas pendientes con la Contraloría, debe llamar a la reflexión.
No se puede comprender que mientras existe infraestructura relativamente nueva sin usar, cientos de niños se educan en condiciones inadecuadas, sin que autoridades y funcionarios encuentren una salida técnica y legal a los problemas que se detectaron hace más de tres años.
Sí, no es aceptable que tras más de tres años no se solucionen problemas en dependencias públicas. Eso es cualquier cosa, menos eficiencia.
“No resolver un problema tras tantos años es una muestra de incompetencia”.
El marco legal ecuatoriano se debería revisar para que esto no ocurra nuevamente, pero también se debería evaluar el accionar de quienes han pasado por la administración pública sin solucionar estos temas.
Las acciones y omisiones están perjudicando a los alumnos, pero, además, hacen que millones de dólares están botados sin prestar servicio alguno.
Ojalá que los responsables de la contratación y los ejecutantes de los trabajos también sean sancionados, en la medida que tengan responsabilidad en tan absurdo y doloroso hecho.
Editorial de El Diario publicado este miércoles 13 de julio del 2022 en nuestra edición impresa.