Es cuestionable que políticos que fueron electos por el pueblo para que los representen expresen su renuencia al diálogo.
En unos casos para analizar soluciones a las necesidades del país y, en otros, para estar al tanto del trabajo que les corresponde ejecutar.
Lo mismo ocurre con representantes de organizaciones politizadas que se cierran al diálogo pero, al mismo tiempo, amenazan con acciones radicales, precisamente, porque no hay acuerdos con el Gobierno.
El diálogo debe ser la ruta preestablecida frente a las necesidades cada vez más apremiantes de la población y para tratar de capear los problemas nacionales.
Debería ser el mismo Gobierno el que proponga formas de conversación con todos los sectores, sean de oposición o afines.
“Los disensos deben surgir después de haber agotado instancias de diálogo”.
Las fuerzas políticas deben convocarse y hablar como entes civilizados, indistintamente de si hay frutos o no.
Los disensos son necesarios en democracia, pero deben surgir después de haber agotado instancias de diálogo.
Entonces ahí se podría hablar de desacuerdos, pero con altura y sin caer en el discurso procaz, insultante y discriminatorio, cargado de revancha política y cálculo electoral.
Editorial de El Diario publicado este sábado 25 febrero del 2023 en nuestra edición impresa.